L D (EFE) El pasado 5 de julio, Corea del Norte disparó siete misiles balísticos desde sus bases del noreste del país, que cayeron en el Mar del Japón y provocaron una inmediata alarma en la zona. Uno de los misiles era un Taepodong-2 intercontinental, capaz en teoría de alcanzar algunas zonas de Estados Unidos. Los otros seis misiles, de medio y corto alcance, fueron disparados precisamente desde Gitdaeryeong.
El Consejo de Seguridad de la ONU condenó el acto y avisó a Corea del Norte de las consecuencias graves que pueden tener este tipo de comportamientos. Incluso China, aliado tradicional de la dictadura comunista norcoreana, añadió sus críticas a las voces de alarma internacionales.
Los servicios de inteligencia surcoreanos han avisado de la posibilidad de que Corea del Norte realice pronto nuevas pruebas de misiles o incluso un test subterráneo de una de las armas nucleares que posee, con el objetivo de presionar a Corea del Sur y EEUU con vistas a la cumbre que estos países celebrarán el 14 de septiembre.
El presidente surcoreano, Roh Moo-hyun, se reunirá en esa fecha en Washington con su colega estadounidense, George W. Bush, para abordar, entre otros temas, la actual escalada de tensión en torno a Corea del Norte.