L D (EFE) La decisión, que recuerda a tiempos de la guerra fría, fue anunciada por el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Miliband en el Parlamento. "Dada la importancia de este asunto y el fracaso de Rusia en cooperar para buscar una solución, necesitamos una respuesta apropiada", dijo Miliband.
"Ésta es una situación que el Gobierno no ha buscado y que no acogemos con agrado. Pero no tenemos otra opción que afrontarla", añadió el jefe de la diplomacia británica, que calificó de "extremadamente decepcionante" la posición de Moscú.
Miliband explicó que se había optado por ese número de diplomáticos para enviar "una señal clara y proporcionada" a Rusia de "la gravedad de este caso", ya que no sólo Litvinenko había sufrido una muerte "horrorosa y prolongada", sino que otras cientos de personas sufrieron el riesgo de contaminación radiactiva.
Según la Fiscalía británica, hay pruebas suficientes para procesar al empresario y ex agente secreto Andrei Lugovói por el asesinato de Litvinenko, antiguo espía del Servicio Federal de Seguridad (ex KGB) y que murió el 23 de noviembre pasado de 2006 envenenado con polonio 210. Por ello, Londres reclamó en mayo pasado la extradición de Lugovói, quien rechaza las acusaciones y culpa a su vez a los servicios secretos británicos de la muerte del ex espía.
La Fiscalía General de Rusia anunció este mes su rechazo oficial a la petición británica porque la Constitución de Rusia hacía "imposible" satisfacer la solicitud de extradición.
Miliband señaló este lunes, sin embargo, que los acuerdos internacionales permitirían la extradición de Lugovói si viajase al extranjero. En su intervención parlamentaria, el ministro destacó que Scotland Yard ha reunido un gran número de pruebas contra Lugovói quien presuntamente habría envenenado a Litvinenko administrándole una dosis letal de polonio 210 en un té que le invitó a tomar el 1 de noviembre pasado, el día que cayó enfermo de forma repentina.
La tetera utilizada resultó estar muy contaminada por polonio 210 y también se hallaron rastros de esa sustancia radiactiva en los aviones utilizados por el sospechoso para llegar y salir de Londres, continuó Miliband, que insistió en que el lugar adecuado para juzgar a Lugovói era la capital británica.
La expulsión de los cuatro diplomáticos, que según la BBC serían miembros del servicio de espionaje, forma parte de un paquete de acciones, que también incluye cambios en el sistema de visados y una revisión de la cooperación en "una gama de asuntos".
Miliband dijo que Rusia es un socio internacional "clave" para el Reino Unido, con el que quería trabajar en diversas cuestiones, como el cambio climático o la situación en Oriente Medio, por lo que las relaciones bilaterales deberían estar basadas en "la confianza y el respeto mutuo".
La oposición conservadora apoyó la respuesta a Moscú anunciada por el Gobierno laborista, "tanto en el tono como en la sustancia", según dijo el portavoz de Asuntos Exteriores de ese partido, William Hague.
Se trata de la primera vez en más de una década que Londres decide la expulsión de diplomáticos rusos, desde que el Gobierno de John Major tomó en 1996 esa medida en represalia por la expulsión de cuatro miembros de la representación británica en Moscú.
El Kremlin acusó entonces a la embajada británica en la capital rusa de convertirse en un nido de espías. Esta es la primera crisis diplomática que afronta el Gobierno de Gordon Brown desde que este asumiera el cargo de primer ministro el pasado 27 de junio, en sustitución de Tony Blair.
Y no llega en el mejor momento en las relaciones entre Rusia y Occidente, después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunciara este fin de semana que suspendía la aplicación del tratado sobre Fuerzas y Armas Convencionales en Europa (FACE), considerado la piedra angular de la estabilidad del continente europeo y uno de los epílogos de la Guerra Fría.
"Ésta es una situación que el Gobierno no ha buscado y que no acogemos con agrado. Pero no tenemos otra opción que afrontarla", añadió el jefe de la diplomacia británica, que calificó de "extremadamente decepcionante" la posición de Moscú.
Miliband explicó que se había optado por ese número de diplomáticos para enviar "una señal clara y proporcionada" a Rusia de "la gravedad de este caso", ya que no sólo Litvinenko había sufrido una muerte "horrorosa y prolongada", sino que otras cientos de personas sufrieron el riesgo de contaminación radiactiva.
Según la Fiscalía británica, hay pruebas suficientes para procesar al empresario y ex agente secreto Andrei Lugovói por el asesinato de Litvinenko, antiguo espía del Servicio Federal de Seguridad (ex KGB) y que murió el 23 de noviembre pasado de 2006 envenenado con polonio 210. Por ello, Londres reclamó en mayo pasado la extradición de Lugovói, quien rechaza las acusaciones y culpa a su vez a los servicios secretos británicos de la muerte del ex espía.
La Fiscalía General de Rusia anunció este mes su rechazo oficial a la petición británica porque la Constitución de Rusia hacía "imposible" satisfacer la solicitud de extradición.
Miliband señaló este lunes, sin embargo, que los acuerdos internacionales permitirían la extradición de Lugovói si viajase al extranjero. En su intervención parlamentaria, el ministro destacó que Scotland Yard ha reunido un gran número de pruebas contra Lugovói quien presuntamente habría envenenado a Litvinenko administrándole una dosis letal de polonio 210 en un té que le invitó a tomar el 1 de noviembre pasado, el día que cayó enfermo de forma repentina.
La tetera utilizada resultó estar muy contaminada por polonio 210 y también se hallaron rastros de esa sustancia radiactiva en los aviones utilizados por el sospechoso para llegar y salir de Londres, continuó Miliband, que insistió en que el lugar adecuado para juzgar a Lugovói era la capital británica.
La expulsión de los cuatro diplomáticos, que según la BBC serían miembros del servicio de espionaje, forma parte de un paquete de acciones, que también incluye cambios en el sistema de visados y una revisión de la cooperación en "una gama de asuntos".
Miliband dijo que Rusia es un socio internacional "clave" para el Reino Unido, con el que quería trabajar en diversas cuestiones, como el cambio climático o la situación en Oriente Medio, por lo que las relaciones bilaterales deberían estar basadas en "la confianza y el respeto mutuo".
La oposición conservadora apoyó la respuesta a Moscú anunciada por el Gobierno laborista, "tanto en el tono como en la sustancia", según dijo el portavoz de Asuntos Exteriores de ese partido, William Hague.
Se trata de la primera vez en más de una década que Londres decide la expulsión de diplomáticos rusos, desde que el Gobierno de John Major tomó en 1996 esa medida en represalia por la expulsión de cuatro miembros de la representación británica en Moscú.
El Kremlin acusó entonces a la embajada británica en la capital rusa de convertirse en un nido de espías. Esta es la primera crisis diplomática que afronta el Gobierno de Gordon Brown desde que este asumiera el cargo de primer ministro el pasado 27 de junio, en sustitución de Tony Blair.
Y no llega en el mejor momento en las relaciones entre Rusia y Occidente, después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunciara este fin de semana que suspendía la aplicación del tratado sobre Fuerzas y Armas Convencionales en Europa (FACE), considerado la piedra angular de la estabilidad del continente europeo y uno de los epílogos de la Guerra Fría.