L D (EFE) Junto a este despliegue, la policía indonesia mantiene el estado de alerta durante el fin de semana en la isla, donde desde el viernes ondean a media asta las banderas de los más de veinte países que perdieron a sus nacionales aquél trágico día. Entre los congregados en las calles de Kuta, la capital turística de la isla, destaca la presencia de unos quinientos australianos que recuerdan a los 88 compatriotas que perecieron esa medianoche tras las explosiones en el exterior de la discoteca Sari y del bar Paddy's.
Muchos de ellos son familiares de las víctimas o supervivientes de un atentado que Australia vive como su particular 11 de septiembre y que aún permanece sin cicatrizar en la memoria colectiva del país.
Hasta el momento, la Justicia indonesia ha condenado a la pena de muerte a tres de los máximos responsables del atentado y a penas de prisión, incluida una cadena perpetúa, a quince de los acusados, en un proceso que aún continúa. Pero ni siquiera esta circunstancia ha logrado desterrar el miedo a una repetición de la masacre de Bali tanto en Indonesia, la mayor población musulmana del planeta, como en el resto de los países de la región.
Muchos de ellos son familiares de las víctimas o supervivientes de un atentado que Australia vive como su particular 11 de septiembre y que aún permanece sin cicatrizar en la memoria colectiva del país.
Hasta el momento, la Justicia indonesia ha condenado a la pena de muerte a tres de los máximos responsables del atentado y a penas de prisión, incluida una cadena perpetúa, a quince de los acusados, en un proceso que aún continúa. Pero ni siquiera esta circunstancia ha logrado desterrar el miedo a una repetición de la masacre de Bali tanto en Indonesia, la mayor población musulmana del planeta, como en el resto de los países de la región.