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Palizas y peleas entre los distintos cuerpos policiales palestinos de la franja de Gaza

La situación en la franja de Gaza atraviesa momentos críticos por la tensión entre las diferentes fuerzas de seguridad, controladas todas por el partido Al Fatah, que dirige el presidente Yaser Arafat. Las Fuerzas de Seguridad Preventiva, dirigidas por Rashid Abu Shibak –aunque controladas por Mohamed Dahlan, antiguo ministro de Interior en el Gobierno de Abu Mazen– están enfrentadas a Musa Arafat, jefe de las Fuerzas de Inteligencia Militar, y en particular a Ghazi Yabali, jefe de la Policía.

L D (EFE) Los roces llegaron a su momento más delicado el jueves de la semana pasada, cuando el llamado "Escuadrón de la Muerte" le pegó una paliza a Ghazi Yabali, que controla a 15.000 agentes de la Policía en Gaza y Cisjordania.
 
Los miembros del "Escuadrón de la Muerte", un puñado de agentes de las Fuerzas de Seguridad Preventiva, propinaron la paliza a Yabali en su propio despacho del cuartel general de Gaza, lo que aún resultó más humillante para él y sus hombres.

En la agresión murió también un agente de Policía y otros diez resultaron heridos de bala. Parece ser que Yabali, un día antes en una reunión con miembros de Al Fatah en el barrio de Sabra de la ciudad de Gaza, había arremetido contra Dahlan, de quien habló despectivamente como si fuera un hombre de EEUU. La paliza se habría producido precisamente como consecuencia de estas afirmaciones del jefe de la Policía.

En la franja de Gaza, que Arafat visitó por última vez el 27 de octubre 2001 y ahora está fuera de su alcance debido a que se encuentra confinado por Israel en la ciudad Cisjordana de Ramala, las tensiones también se han agudizado. La línea divisoria se encuentra entre todos los que apoyan a Dahlan, y por otro lado, el mencionado Yabali y Musa Arafat, pariente del presidente y jefe de las Fuerzas de Inteligencia Militar, que cuenta con unos 4.000 efectivos en Gaza.

A las Fuerzas de Seguridad Preventiva en la franja de Gaza, que cuenta con unos 2.200 hombres, se integraron miembros de Al Fatah laureados durante la primera "intifada" (1987-93) por su lucha contra la ocupación israelí. Dahlan, dirigente de Al Fatah durante ese periodo de tiempo, consiguió convencer a estos milicianos para que se unieran a su aparato de seguridad, que después consiguió convertir en el más prestigioso de la Autoridad Palestina.

Más tarde, el 29 de abril de 2002, Dahlan –presionado al parecer por la Administración de EEUU– aceptó el puesto de ministro de Interior en el Gobierno del primer ministro Abu Mazen. Su cometido era reformar las fuerzas de seguridad y desarticular los grupos terroristas palestinos. Dahlan quiso aplicar el plan diseñado por Yehya Abdel Rasek, entonces titular de Interior (junio de 2002), y unificar los diferentes cuerpos de seguridad en tres grandes bloques.

En particular, Dahlan se concentró en unificar la Policía, las Fuerzas de Seguridad Preventiva y de Defensa Civil, en total unos 24.000 hombres, y someterlos al control de su Ministerio. Sin embargo, el proceso de reformas fue boicoteado por el presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, que se negó a renunciar a su poder en ese ámbito clave. Poco después, y tras forzar la caída del Gobierno de Abu Mazen el 6 de septiembre, Arafat deshizo las reformas introducidas por Dahlan.

 
Más allá de las fuerzas de seguridad, parece ser que el verdadero objetivo de Dahlan es renovar todo el movimiento Al Fatah, controlado por Arafat y su vieja guardia en el Comité Central, que bloquean cualquier tipo de cambio. La frustración de los activistas de Al Fatah con la ausencia de dirección y el caos generalizado dentro de su movimiento, se hizo evidente el pasado sábado con la dimisión de cientos de sus miembros.

Pero la opinión pública está dividida. La mayoría de la población es favorable al cambio y critica abiertamente a la Autoridad Palestina, en particular a Yabali y Musa Arafat por incompetencia, corrupción y carencia de credibilidad. No obstante, Dahlan y los suyos tampoco se libran de las acusaciones de corrupción y, lo que es peor, con las constantes incursiones israelíes, la popularidad de Arafat aumenta y las reivindicaciones del ex ministro del Interior son vistas como ansias por hacerse con el poder bajo la protección de EEUU.

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