LD (Agencias) En una conferencia de prensa celebrada en Kuala Lumpur, sede de la cumbre del llamado D-8 (grupo de los países islámicos en vías de desarrollo, integrado por Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Malasia, Nigeria, Pakistán y Turquía), el primer ministro paquistaní Yusuf Raza Guilani, negó cualquier implicación de los poderosos servicios de inteligencia de su país en el atentado terrorista contra la embajada de la India en la capital afgana de Kabul.
Guilani insistió en que su Gobierno no tiene ningún interés en desestabilizar la nación vecina. Enseguida, afirmó que "necesitamos un Afganistán estable. Sinceramente, ¿por qué iba Pakistán a desestabilizar Afganistán? Queremos estabilidad en la región. Nosotros también somos víctimas del terrorismo y el extremismo".
Horas después del atentado con coche-bomba que dejó 41 muertos –entre ellos cinco diplomáticos indios– y 141 heridos, el Ministerio del Interior de Afganistán culpó a los "servicios regionales de inteligencia", en aparente alusión a Pakistán. Incluso, el presidente Hamid Karzai consideró el ataque como una "obra de países que no desean buenas relaciones entre Afganistán y la India".
El ministro de Exteriores de Pakistán, Pranab Mukherjee, dijo en un comunicado oficial que su país "condena el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, ya que esta amenaza niega la esencia de los valores humanos".
Unas horas después del atentado, en la ciudad paquistaní de Karachi se registraron siete explosiones de baja intensidad que provocaron un muerto y cincuenta heridos, entre ellos ocho niños. El consejero de Interior, Rehman Malik, dijo que las explosiones parecían haber sido planeadas y que se abrirán investigaciones para esclarecer lo sucedido.