L D (EFE) Barack Obama ganó el sábado el pulso a Hillary Clinton en las elecciones de Nebraska, Luisiana, el estado de Washington y las Islas Vírgenes en su mejor noche desde el comienzo de la campaña por la candidatura presidencial demócrata.
En el bando conservador, McCain no hizo gala del liderazgo que ostenta al perder en los "caucus" de Kansas y las primarias de Luisiana frente al ex gobernador de Arkansas Mike Huckabee. Su único triunfo fue, por estrecho margen, en el estado de Washington. Aun así, el senador por Arizona cuenta ya con más de la mitad de los 1.191 delegados que necesita para conseguir la candidatura. Huckabee tiene menos de 300 delegados.
Obama, tras su gran noche, declaró triunfalista: "Ganamos en el norte, el sur y en el medio". Durante su discurso en un acto de recaudación de fondos en Virginia, asestó un doble golpe a Hillary y al senador John McCain, el favorito republicano, al asegurar que existe la posibilidad de elegir entre "quién tiene más experiencia en Washington o debatir quién tiene más probabilidades de cambiarlo".
El senador por Illinois se ha erigido en el candidato del cambio tras siete años de las que hoy calificó como "desastrosas" políticas del actual inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush. La victoria de esta noche no rompe, de todos modos, el empate virtual en el que se encuentran los dos rivales demócratas. La cadena de televisión CNN sitúa a Hillary con 1.100 delegados y a Obama con 1.039 del total de 2.025 necesarios para conseguir la candidatura presidencial.
El triunfo de Obama confirmó los vaticinios que lo situaban como favorito en los comicios del sábado. En Luisiana se llevó el gato al agua con la ayuda del elevado porcentaje de afroamericanos en el estado. Ese grupo favorece al hombre que aspira a convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. En el estado de Washington, al oeste del país, se benefició del apoyo de los residentes con alto nivel adquisitivo, un segmento que también se inclina por el senador. Y en Nebraska vio recompensada su inversión de tiempo y recursos, que se vio reforzada por el apoyo del senador demócrata Ben Nelson.
Su victoria refuerza la que Obama describió esta semana como una competición "feroz" en la que quedan "muchos asaltos que pelear".
Mañana mismo se librará una nueva batalla en Maine, seguida de las primarias de Maryland, Virginia y el Distrito de Columbia el martes y los comicios de Hawai y Wisconsin el día 19. Hillary, según los pronósticos, lleva las de ganar en Maine, donde ha recibido el espaldarazo del gobernador, John Balducci. Las primarias del martes podrían volver a dar a Obama como ganador.
La senadora ha centrado gran parte de sus esfuerzos en estados más grandes, como Texas, Ohio y Pensilvania, que desfilan por las urnas en marzo y abril y que enviarán unos 600 delegados a la convención del partido de agosto. En Ohio y Pensilvania predomina la clase obrera, a la que ha logrado cortejar Hillary.
Texas, por su parte, es un estado con muchos latinos, un grupo que se decanta por la senadora por Nueva York como quedó claro en las primarias del martes, cuando Hillary se hizo con el 70 por ciento del voto hispano. Además de su ventaja con los hispanos, la ex primera dama lleva también la delantera con las mujeres y los votantes de menor poder adquisitivo. Obama cuenta, además de con el respaldo de los afroamericanos y los sectores más adinerados, con el de los jóvenes y aquellos con mayor educación.
La habilidad de uno y otro para movilizar en masa a esos grupos podría ser determinante en esta incierta carrera en la que nadie parece descartar la posibilidad de que el enigma se prolongue hasta la convención del partido en agosto. De ser así, la última palabra podrían tenerla los alrededor de 800 superdelegados, funcionarios elegidos o designados por el partido que tienen la libertad de votar por quien mejor les parezca.
Howard Dean, presidente del Comité Nacional Demócrata, trató de restar fuerza a esos vaticinios esta semana al asegurar que el partido dará a conocer a su candidato esta primavera aunque eso implique algún tipo de acuerdo entre Hillary y Obama. Pero con los dos rivales en liza dispuestos a dejarse la piel en el intento resulta difícil imaginar que alguno tire voluntariamente la toalla.