L D (EFE) Al parecer no hay extranjeros entre las víctimas, según informaron fuentes de la Embajada de España en Nueva Delhi, que aseguraron que "no tienen constancia" de que haya españoles entre las víctimas.
Ante el temor de posibles episodios de violencia religiosa, las autoridades indias reforzaron de inmediato la seguridad en templos, sedes gubernamentales e instalaciones vitales del país, y pusieron en máxima alerta ciudades como Nueva Delhi y Bombay. El primer ministro indio, Manmohan Singh, ha pedido "calma y paz" a la población al tiempo que condenaba esos atentados, por los que convocó una reunión de urgencia de su Gobierno.
Todo ocurrió entre las 18.15 horas locales y las 18.30 horas locales, cuando se registraron al menos dos explosiones en Benarés o Varanasi (su denominación oficial), en el noreste de la India. La primera se produjo en el templo hindú de Sankat Mochan, abarrotado de fieles en honor del dios mono Hanuman, lo que produjo escenas de pánico y una estampida de personas que querían huir de ese lugar. Allí murieron al menos seis personas y otras 25 resultaron heridas, según fuentes oficiales citadas por la agencia PTI.
Un testigo explicó a las cadenas de televisión que "había una gran multitud" en el templo cuando se produjo la explosión y que vio cómo se llevaban más de veinte heridos en ambulancias. Cuando estalló la bomba se celebraba una ceremonia en honor de Hanuman, uno de los dioses más queridos del Hinduismo a quien se dedican las jornadas del martes.
Posteriormente, y con una diferencia de escasos minutos, ocurrió otra explosión mucho más potente en la estación de tren de Benarés, donde murieron catorce personas y otras treinta resultaron heridas, además de crear un gran cráter en esas instalaciones. Según la agencia PTI, en la ciudad de Benarés había otras cuatro bombas que no llegaron a explotar cerca de un ghat (escalinatas) en el río Ganges, a dos kilómetros de otro conocido templo hindú de la ciudad.
Nadie se ha atribuido de momento estos atentados pero las sospechas recaen en la implicación de algún grupo musulmán radical debido a su factura y el objetivo elegido, la ciudad más sagrada para la principal religión de la India, de la que son devotos casi 800 millones de personas. El ministro indio de Interior, Shivraj Patil, consideró que estos actos terroristas son un intento de "impedir" la normal convivencia entre las distintas comunidades de la India.
Patil ha reclamado a las autoridades de varios estados que estén atentos para que evitar incidentes derivados de violencia religiosa, mientras las autoridades del estado de Uttar Pradesh, donde está Varanasi, han declarado la alerta.
El pasado 29 de octubre, tres bombas también simultáneas en concurridos mercadillos de Nueva Delhi causaron la muerte de 62 personas, colocadas por el grupo terrorista islámico cachemir "Lashkar-e-Toiba" (LeT). Entonces los atentados se produjeron días antes de Diwali, la Navidad india, y hoy han ocurrido apenas poco antes del festival Holi del próximo 15 de marzo, la fiesta con que se celebra la llegada de la primavera y que llena de colores todas las esquinas de la India.
Ante el temor de posibles episodios de violencia religiosa, las autoridades indias reforzaron de inmediato la seguridad en templos, sedes gubernamentales e instalaciones vitales del país, y pusieron en máxima alerta ciudades como Nueva Delhi y Bombay. El primer ministro indio, Manmohan Singh, ha pedido "calma y paz" a la población al tiempo que condenaba esos atentados, por los que convocó una reunión de urgencia de su Gobierno.
Todo ocurrió entre las 18.15 horas locales y las 18.30 horas locales, cuando se registraron al menos dos explosiones en Benarés o Varanasi (su denominación oficial), en el noreste de la India. La primera se produjo en el templo hindú de Sankat Mochan, abarrotado de fieles en honor del dios mono Hanuman, lo que produjo escenas de pánico y una estampida de personas que querían huir de ese lugar. Allí murieron al menos seis personas y otras 25 resultaron heridas, según fuentes oficiales citadas por la agencia PTI.
Un testigo explicó a las cadenas de televisión que "había una gran multitud" en el templo cuando se produjo la explosión y que vio cómo se llevaban más de veinte heridos en ambulancias. Cuando estalló la bomba se celebraba una ceremonia en honor de Hanuman, uno de los dioses más queridos del Hinduismo a quien se dedican las jornadas del martes.
Posteriormente, y con una diferencia de escasos minutos, ocurrió otra explosión mucho más potente en la estación de tren de Benarés, donde murieron catorce personas y otras treinta resultaron heridas, además de crear un gran cráter en esas instalaciones. Según la agencia PTI, en la ciudad de Benarés había otras cuatro bombas que no llegaron a explotar cerca de un ghat (escalinatas) en el río Ganges, a dos kilómetros de otro conocido templo hindú de la ciudad.
Nadie se ha atribuido de momento estos atentados pero las sospechas recaen en la implicación de algún grupo musulmán radical debido a su factura y el objetivo elegido, la ciudad más sagrada para la principal religión de la India, de la que son devotos casi 800 millones de personas. El ministro indio de Interior, Shivraj Patil, consideró que estos actos terroristas son un intento de "impedir" la normal convivencia entre las distintas comunidades de la India.
Patil ha reclamado a las autoridades de varios estados que estén atentos para que evitar incidentes derivados de violencia religiosa, mientras las autoridades del estado de Uttar Pradesh, donde está Varanasi, han declarado la alerta.
El pasado 29 de octubre, tres bombas también simultáneas en concurridos mercadillos de Nueva Delhi causaron la muerte de 62 personas, colocadas por el grupo terrorista islámico cachemir "Lashkar-e-Toiba" (LeT). Entonces los atentados se produjeron días antes de Diwali, la Navidad india, y hoy han ocurrido apenas poco antes del festival Holi del próximo 15 de marzo, la fiesta con que se celebra la llegada de la primavera y que llena de colores todas las esquinas de la India.