LD (EFE) Chen Shui-bian, presidente de Taiwán, resaltó en el interior del Palacio que Taiwán es un país democrático, tolerante con las voces disidentes, con un sistema judicial independiente y comprometido con la lucha contra corrupción, pero pidió que se respeten los mecanismos institucionales y no se recurra a las protestas populares para derrocarlo.
El presidente dijo que "no se puede afectar la seguridad y economía de Taiwán. Se puede tener distinta percepción sobre la identidad nacional, pero debe existir unidad y no división en el país, ni paralizar al Gobierno". Chen vive su peor momento político después de que se descubrieran varios casos de corrupción, enriquecimiento ilegal y trato de favor que afectan a algunos de sus familiares y colaboradores.
En su discurso, el mandatario, que prometió que permanecerá en el poder hasta 2008, agregó que la campaña para deponerlo se coloca fuera de las instituciones y de la Constitución y daña la competitividad económica internacional de Taiwán. Sobre la corrupción que afecta a su Gobierno, indicó que siempre ha defendido la lucha por la transparencia y la honestidad, pero que se trata de "un tema legal en el que el sistema jurídico debe ser quien dictamine, y no el público de acuerdo con rumores".
El discurso coincidió con la concentración de miles de personas que cercaron las entradas del Palacio Presidencial para mostrar ante los cientos de dignatarios extranjeros invitados a los actos "la voluntad popular para deponer a Chen". Los organizadores de la protesta, que lleva por lema "Un millón de voces contra la corrupción", no solicitaron permiso oficial por considerar que todos los taiwaneses tienen derecho a participar en el Día Nacional.