L D (EFE) Pocas horas antes de la llegada del féretro a la catedral de Beirut decenas de miles de personas se reunieron en la Plaza de los Mártires para rendirle homenaje. Hombres, mujeres y niños portaban banderas libanesas y carteles con fotos de Gemayel en las que se podía leer "queremos vivir" o "esperamos justicia".
Esta manifestación popular supone otra muestra de la bipolarización del país entre libaneses prosirios y antisirios. Numerosos integrantes en el encuentro quemaron fotos del presidente sirio, Bashar al Assad, y demás líderes políticos libaneses partidarios del régimen del país vecino. Otros llevaban una enorme pancarta con las fotos de los líderes libaneses asesinados en las que se leía: "Basta de asesinatos del régimen sirio".
Muchos de los actos de protesta fueron dirigidos hacia la figura del propio presidente libanés, Emile Lahoud, gran defensor de las relaciones políticas con Siria. De hecho, el palacio presidencial estaba custodiado por fuertes medidas de seguridad debido al temor de que manifestantes pudieran acercarse a su residencia con el objeto de pedir su dimisión.
Asimismo, el grupo terrorista Hezbolá también fue objeto de condena por parte de la multitud. Se sospecha que esta organización, cuyo brazo armado protagonizó el secuestro de dos soldados israelíes y que desencadenó la guerra entre Israel y Líbano el pasado mes de julio, está apoyada por Siria. Esta relación y la intención de la organización de derrocar el Gobierno apoyado por Occidente del primer ministro, Fuad Siniora, han provocado el clamor público contra su estructura política y militar.