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Más de 10.000 muertos y 600.000 desplazados

   

Las autoridades japonesas aumentaron hoy a 1.353 los muertos y a 1.085 el número oficial de desaparecidos por el terremoto y posterior tsunami del viernes, aunque se teme que las víctimas superen con creces las 10.000.

La policía de Miyagi, la provincia más afectada por el seísmo, cree que habrá al menos 10.000 fallecidos, mientras otras fuentes no descartan que pueda incluso incrementarse.

Solo en Minamisanriku, una localidad costera de Miyagi totalmente arrasada por el tsunami que siguió al seísmo de 9 grados en la escala Richter, están sin localizar 9.500 personas.

También hay otras 1.167 personas desaparecidas en la contigua provincia de Fukushima, de acuerdo con un recuento de las autoridades locales.

En el recuento oficial, según la agencia local Kyodo, tampoco se incluyen otros 600 cadáveres que fueron localizados en las provincias de Miyagi e Iwate, ambas en la costa del Pacífico.

Las cifras oficiales hablan de más de 20.800 edificios destruidos y de que unos 450.000 japoneses tuvieron que ser evacuados de sus viviendas por distintas motivos, entre ellos 200.000 desplazados por los riesgos en una planta nuclear en Fukushima.

Además, más de 100.000 militares japoneses van a ser desplegados para asistir a las víctimas, ayudados por socorristas y personal especializado de casi 70 países, entre ellos Estados Unidos, que ha puesto a disposición de Japón el portaaviones Ronald Reagan.

El primer ministro nipón, Naoto Kan, pidió hoy unidad a sus conciudadanos para afrontar las consecuencias del grave terremoto del viernes, que calificó como la peor crisis que afronta Japón desde el final de la II Guerra Mundial (1939-45).

Kan explicó que el Gobierno ha dado luz verde a las empresas Tokyo Electric Power y Tohoku Electric Power para efectuar, a partir de mañana lunes, cortes de electricidad de hasta tres horas al día con el fin de garantizar el suministro en las provincias afectadas.

El terremoto, uno de los más graves de la historia, fue seguido de un devastador tsunami que se llevó por delante pueblos enteros en la costa este del Pacífico.

La Oficina de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas (OCHA) señaló hoy que cerca de 600.000 han sido evacuadas en los últimos tres días en Japón, tras el terremoto, el tsunami que le siguió y por la actual amenaza nuclear.

Según los últimos datos, 380.000 personas fueron evacuadas de las zonas afectadas por ambas catástrofes naturales, mientras que 210.000 han sido evacuadas del área de 20 kilómetros alrededor de la central nuclear de Fukushima, donde se registró una explosión tras el seísmo.

De un primer reactor nuclear con problemas, la preocupación se ha extendido a un segundo en el que el sistema de enfriamiento de emergencia ha dejado de funcionar.

Además, las autoridades niponas han declarado la alerta nuclear en la planta nuclear de Onagawa, unos 150 kilómetros al norte de Fukushima.

El organismo de la ONU señaló también que varias áreas de la costa afectada por el tsunami "permanecen inaccesibles".

Por el momento, 3.000 víctimas han sido rescatadas, pero se teme particularmente por la mitad de los 10.000 residentes del poblado de Minami-Sanriku-cho (prefectura de Miyagi, en el norte de Japón) que fue arrasado por el tsunami.

La OCHA sostuvo que los esfuerzos de las autoridades japonesas ante la emergencia se intensifican con el apoyo de los equipos de especialistas que siguen llegando desde distintos países, en tanto que sus científicos trabajan a contrarreloj para enfriar los reactores de la planta nuclear de Fukushima.

Al mismo tiempo, el Gobierno ha movilizado a 100.000 miembros de sus tropas de defensa, así como 190 aviones y 45 botes, para colaborar con las operaciones de ayuda, que resultan muy difíciles debido a las continúas réplicas (del terremoto), las alertas de tsunami, así como los incendios.

Según el informe de la OCHA, el Gobierno japonés ha confirmado que 2,6 millones de viviendas carecen de electricidad y 1,4 millones no tienen agua, mientras que se está agotando el gas en 3,2 millones de hogares, una situación que resulta particularmente crítica por las bajas temperaturas en el país (alrededor de 1 grado centígrado la pasada noche).

Por su parte, la gran mayoría de hospitales han llegado al borde de su capacidad de atención a los heridos.

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