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“Marines” estadounidenses encuentran un gran arsenal iraquí al sureste de Bagdad

Los “marines” estadounidenses que tomaron el control de un campamento de la Guardia Republicana iraquí al sureste de Bagdad se vieron sorprendidos al hallar arsenal nuevo, abandonado por los iraquíes en una huida apresurada.

LD (Agencias) El armamento, en perfecto estado de uso, era de diferentes países y adquirido probablemente después del embargo impuesto a Irak y se encontró en el lugar que los “marines” clasifican como “centro de entrenamiento de terroristas internacionales”. Los iraquíes dejaron en su precipitada fuga sus objetos personales, las armas, la indumentaria militar y todo objeto que pudiera identificarles.

Entre sus numerosos objetos personales, se encontró una colección de fotos de un individuo de raza negra, cuya procedencia probablemente fuera Sudán y que en otro de los retratos aparece junto con un brigadier general iraquí y otros tres desconocidos que pudieran ser lo que los estadounidenses califican como mercenarios islámicos. En el exterior, apenas a cincuenta metros de la puerta de entrada de la guarnición, yacían cuatro cadáveres, dos de los cuales, según un médico estadounidense, parecían llevar muertos más tiempo que los otros dos. Por su complexión obesa, los oficiales piensan que pudiera tratarse de altos oficiales de la Guardia republicana iraquí asesinados.

En el campamento, donde sólo había el cadáver de un hombre vestido de civil con la cabeza destrozada y aún apuntando con su AK47, todos los restos de la presencia de iraquíes denotaban una huida inesperada. Los ocupantes del campamento en cuyos tres depósitos de armas y municiones se encontraron todo tipo de fusiles, ametralladoras, lanzagranadas y misiles tierra-aire, habían dejado diseminado por todo el perímetro sus posesiones militares y personales.

El material que los militares o paramilitares iraquíes abandonaron en la desbandada contrastaba en su mal estado con el impecable repuesto de calzado de primera calidad, cordaje, mochilas, pasamontañas negros, cartucheras, y demás objetos de uso militar que en su práctica totalidad aún permanecía empaquetado en bolsas de plástico. El armamento, de distintos países, incluía más de trescientos AK47, ametralladoras de distinto calibre, rifles de alta precisión, y munición fabricada en diferentes países de la región e incluso de Bosnia-Herzegovina. En los barracones donde probablemente se alojaban los oficiales o mandos había en las paredes numerosos retratos y propaganda de combatientes islámicos, casi todos ellos encapuchados.

Los militares estadounidenses aseguraron que no tenían ninguna duda de que el inmenso campamento era una base de adiestramiento de “terroristas internacionales”. El abundante dinero que dejaron tras de sí quienes ocupaban la guarnición revela la premura con la que salieron huyendo y probablemente la escasa información veraz que habían recibido sobre el movimiento de tropas estadounidense y su avance.

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