L D (Agencias) El candidato presidencial reformista, Mirhosein Musavi, presentó el domingo formalmente un recurso contra el resultado de las elecciones ante el Consejo de Guardianes, el órgano legislativo más alto de la República Islámica.
Musavi aprovechó para pedir a sus que sigan protestando pacíficamente contra los resultados oficiales, que otorgan al actual presidente, Mahmud Ahmadineyad, la victoria con el 62,3 millones de los votos. El malestar que se ha instalado Teherán y otras ciudades desde la publicación de los resultados el sábado se ha convertido en la mayor muestra de descontento contra el líder de la República islámica durante años.
Seguidores de Musavi lanzaron piedras a la Policía en la Universidad de Teherán y también se enfrentaron a los partidarios de Ahmadineyad en una de las principales calles de la ciudad que fue cubierta de cristales rotos e incendios del mobiliario.
Dictamen de Consejo del Guardianes
Mientras se suceden las protestas, los iraníes esperan el dictamen del Consejo de Guardianes aunque la decisión no se espera más que como trámite formal, pues casi nadie prevé que el citado Consejo escuche las quejas del candidato de la oposición.
En una carta enviada a este órgano integrado por seis clérigos y seis civiles, la mitad de ellos elegidos de forma directa por el líder de la Revolución, ayatolá Ali Jameneí, el opositor reformista acusaba al Ministerio de Interior y a su rival, el presidente Mahmud Ahmadineyad, de influir en los resultados. Pero desde la fundación hace treinta años de la República Islámica, el poderoso Consejo de Guardianes nunca ha tomado una decisión de tal envergadura.
Las protestas, que se extienden por el país al grito de "muerte al dictador" y "abajo el Gobierno golpista", comienzan a tener un aroma similar a las que desataron la revolución islámica que en 1979 desalojó al último Sha de Persia, Mohamad Reza Palehvi, según los propios iraníes que vivieron el desmoronamiento de aquel régimen. Miles de familias iraníes salieron a la puerta de la casa o simplemente se asomaron a las ventanas para manifestar su descontento, al tiempo que el grito de "Alahu Akbar" (Dios es el más grande) resonaba en toda la ciudad como en los días de la revolución.