L D (EFE) El líder de la nueva mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, reiteró que su partido "trabajará de forma bipartidista, de forma abierta, para resolver los problemas del pueblo estadounidense".
La oposición demócrata recuperó el control del Legislativo en los comicios del pasado 7 de noviembre, en parte por el descontento popular con la evolución de la guerra en Irak, pero también recurrió a una campaña en contra de la llamada "cultura de la corrupción" en el Congreso.
Tras el debate y votación de varias medidas de índole nacional, los demócratas tienen previsto meterse de lleno en la revisión de la estrategia político-militar de Estados Unidos en Irak. Sin fecha precisa aún, se prevé que el nuevo secretario de Defensa, Robert Gates, acuda a una audiencia en el Senado la semana próxima para analizar las condiciones sobre el terreno en el país árabe.
A corto plazo, durante las primeras 100 horas de la 110 legislatura –que comienzan el martes próximo–, los demócratas se han comprometido a votar diversos proyectos de ley de carácter nacional, entre ellos uno que restringe más las normas de ética que rigen la conducta de los legisladores y otro que flexibiliza las investigaciones científicas con células madre embrionarias.
Los demócratas también se proponen medidas intervencionistas, típicamente socialdemócratas y de marcado carácter populista, como aumentar el salario mínimo. Además quieren potenciar el sistema público de cuidado médico de los millones de ancianos y jubilados bajo el programa conocido como "Medicare".
Entre las asignaturas pendientes en el Congreso figura también la reforma de las leyes de inmigración, un asunto que profundizó las divisiones políticas y enfrentó a la Casa Blanca incluso con los republicanos. Aunque los demócratas no anticipan grandes trabas para la aprobación de sus iniciativas en la Cámara Baja –allí lograron 16 escaños adicionales–, en el Senado tienen la mayoría por tan sólo un escaño, por lo que requerirán del apoyo de los republicanos para impulsar sus proyectos.
La oposición demócrata recuperó el control del Legislativo en los comicios del pasado 7 de noviembre, en parte por el descontento popular con la evolución de la guerra en Irak, pero también recurrió a una campaña en contra de la llamada "cultura de la corrupción" en el Congreso.
Tras el debate y votación de varias medidas de índole nacional, los demócratas tienen previsto meterse de lleno en la revisión de la estrategia político-militar de Estados Unidos en Irak. Sin fecha precisa aún, se prevé que el nuevo secretario de Defensa, Robert Gates, acuda a una audiencia en el Senado la semana próxima para analizar las condiciones sobre el terreno en el país árabe.
A corto plazo, durante las primeras 100 horas de la 110 legislatura –que comienzan el martes próximo–, los demócratas se han comprometido a votar diversos proyectos de ley de carácter nacional, entre ellos uno que restringe más las normas de ética que rigen la conducta de los legisladores y otro que flexibiliza las investigaciones científicas con células madre embrionarias.
Los demócratas también se proponen medidas intervencionistas, típicamente socialdemócratas y de marcado carácter populista, como aumentar el salario mínimo. Además quieren potenciar el sistema público de cuidado médico de los millones de ancianos y jubilados bajo el programa conocido como "Medicare".
Entre las asignaturas pendientes en el Congreso figura también la reforma de las leyes de inmigración, un asunto que profundizó las divisiones políticas y enfrentó a la Casa Blanca incluso con los republicanos. Aunque los demócratas no anticipan grandes trabas para la aprobación de sus iniciativas en la Cámara Baja –allí lograron 16 escaños adicionales–, en el Senado tienen la mayoría por tan sólo un escaño, por lo que requerirán del apoyo de los republicanos para impulsar sus proyectos.