López Obrador, del liderazgo nato a la obsesión por el poder
La fuerte personalidad del candidato del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador ha dominado la campaña presidencial de México. Con lemas como "La honestidad valiente" y "Por el bien de México, primero los pobres", el perredista se presenta ante el electorado como un hombre incorruptible y decidido, que luchará por construir un país más equitativo. Pero, su gestión al frente de la alcaldía de la Ciudad de México se vio salpicada por varios escándalos cercanos de tráfico de influencias. Sus detractores le acusan de querer incorporar al país al eje populista La Habana-Caracas-La Paz. En su defensa, Obrador dice que se siente más cercano al Brasil de Lula da Silva y al Chile de Michelle Bachelete.
(Libertad Digital) Nacido en 1953 en Macuspana, Andrés Manuel López Obrador –nieto de español pues su abuelo era santanderino– dio sus primeros pasos en política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), del que llegó a ser presidente en su natal estado de Tabasco, antes de saltar al PRD. Sus dotes de gestión las puso a prueba como Jefe de Gobierno del Distrito Federal (2000-2005), donde concitó buena parte de la atención política del país por sus críticas al presidente Vicente Fox y a las instituciones. Es en esa ciudad, una de las más grandes y conflictivas del mundo, donde tiene a millones de incondicionales que representan su capital político más plausible en una campaña.
Viudo y padre de tres hijos, algunos críticos como el ensayista Enrique Krauze alaban sus programas sociales y promesas de austeridad, pero le atacan por la ambigüedad de su proyecto, sus ásperos modos políticos, falta de transparencia y pobre rendición de cuentas. López Obrador, dice Krauze, concibe la democracia "como una especie de movilización social permanente" y encabeza "un proyecto más bien cerrado, polarizante", de corte "mesiánico", muy distinto a los de movimientos de izquierda modernos como los de Brasil, Chile o España. Otra crítica del analista es la que recibe por entender la política como una dicotomía entre buenos y malos en la que quienes no están de acuerdo con él "son los engañados por los de arriba, por los malos de la película".
Esa misma opinión la comparte el estadounidense George Grayson, autor de una biografía crítica de López Obrador. "Es mucho más fácil de vender su programa si se puede configurar las relaciones en una manera bipolar", con la gente humilde de un lado y el neoliberalismo como encarnación de todos los males, del otro, señala este profesor de Ciencias Políticas estadounidense.
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