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Llega a Birmania el enviado especial de la ONU en medio de nuevas protestas

La tiránica Junta Militar de Myanmar, país del sudeste asiático antiguamente conocido como Birmania, continúa silenciando los conatos de manifestación mientras ignora los reclamos democráticos internacionales. El régimen militar ha disuelto de forma violenta una concentración de más de 2.000 personas que se habían congregado en Rangún ante la llegada del enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, que acude con el mensaje de moderación y diálogo que ha pedido el secretario general, Ban Ki-moon. Ante la llegada de Gambari, Myanmar restableció las conexiones a Internet.

La tiránica Junta Militar de Myanmar, país del sudeste asiático antiguamente conocido como Birmania, continúa silenciando los conatos de manifestación mientras ignora los reclamos democráticos internacionales. El régimen militar ha disuelto de forma violenta una concentración de más de 2.000 personas que se habían congregado en Rangún ante la llegada del enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, que acude con el mensaje de moderación y diálogo que ha pedido el secretario general, Ban Ki-moon. Ante la llegada de Gambari, Myanmar restableció las conexiones a Internet.
L D (Agencias) Pequeños grupos de personas han comenzado este sábado a organizar conatos de manifestaciones en Rangún, donde la Junta Militar ha reforzado la seguridad en las calles con soldados y policías para evitar incidentes durante la visita del enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari. Según testigos citados por la radio birmana, existe una fuerte presencia militar en las pagodas de Shwedagon y Sule, en el casco viejo de la ciudad y lugares emblemáticos de las manifestaciones antigubernamentales que desde hace más de un mes desafían a la dictadura.
 
Vigilan la rotonda donde se erige Sule unos 500 soldados que han cortado la calle del mismo nombre con alambre de espino, y al lado, frente a la Alcaldía, se encuentran estacionados doce camiones militares. Mientras, el cerco militar prosigue en los monasterios y ha conseguido que los monjes budistas, que encabezaban las movilizaciones antigubernamentales desde el 17 de septiembre, no salgan a la calles desde el viernes. El servicio de Internet, que el viernes estuvo cortado, ha sido restablecido y la televisión, controlada por el Estado, retransmite movimientos de tropas.
 
El diplomático egipcio Gambari, quien no pisa Birmania desde noviembre de 2006 porque no le conceden una visa, declaró antes de salir de Singapur hacia Rangún que esperaba que fuese una "visita muy fructífera". Birmania (Myanmar) está gobernada por los militares desde 1962 y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió estrepitosamente ante la Liga Nacional para la Democracia (LND), que lidera Aung San Suu Kyi, unos comicios cuyos resultados desacataron los generales.
 
Al menos 15 personas han muerto, cerca de 200 resultaron heridas y más de 1.000 fueron detenidas, entre ellas 800 monjes, desde el miércoles pasado, cuando el régimen militar comenzó a disolver las manifestaciones tras imponer el toque de queda y prohibir las reuniones públicas. Entre las víctimas mortales hay dos extranjeros, incluido un fotógrafo japonés, y varios bonzos.
 
El máximo líder de los budistas de Hong Kong, Sik Kok Kwong, condenó este sábado la represión ejercida por la Junta Militar de Birmania (Myanmar), asegurando que sus líderes irán "al infierno más profundo" por haber matado a algunos de los monjes que se manifestaron contra el régimen dictatorial birmano. "La orden de disparar a monjes inocentes, que ha causado muchas muertes, es como derramar sangre de un Buda para las enseñanzas budistas. Los responsables de esto caerán en el infierno de Avici", aseguró Sik.
 
El infierno de Avici es según la creencia budista el de mayor sufrimiento y está destinado a aquellos que han cometido los peores crímenes a ojos de Buda, como parricidas o suicidas, quienes según esa religión tienen muy pocas posibilidades de reencarnarse. El líder religioso, poco dado a declaraciones públicas, expresó en esa carta abierta su "profunda tristeza" por la muerte de los monjes y pidió a la Junta birmana que "deponga su cuchillo carnicero" e instaure en el país la democracia y la armonía.

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