El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha comparecido junto al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para confirmar que España participará en el ataque contra Libia. En su alocución, el líder socialista que llegó al poder tras una intensa campaña en contra de la intervención en Irak y el 11-M, ha llegado a afirmar que la operación militar cuenta con el apoyo de la Liga Árabe y de la Unión Europea, pese a que Alemania se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU, junto a China, Rusia, Brasil e India y a que la cancillera Angela Merkel ha destacado por activa y por pasiva que su país ni participa ni apoya una intervención en Libia, a diferencia de la belicosidad mostrada por el presidente francés.
El hecho de que la Unión Europea esté dividida no ha sido óbice para que Zapatero (el acreditado pacifista que retiró las tropas de Irak y alineó a España con Venezuela, Bolivia y Cuba) comprometa la participación española con medios navales y aéreos, así como de las bases. Tampoco ha sido un obstáculo el carecer de autorización previa del Congreso, puesto que, según Zapatero, el presidente de la comisión de Exteriores del Congreso, nada menos que el líder de Unió, Josep Duran Lleida, ha mostrado su conformidad con participar en el ataque. Ese tramite que debía ser imprescindible, se cumplirá, pero todavía no hay fecha para que el Congreso celebre ese plenario.
De este modo, España amplía sus escenarios bélicos (en la actualidad, tropas españolas combaten y operan en Afganistán y Líbano), con el apoyo de los nacionalistas catalanes, una resolución de Naciones Unidas lastrada por las abstenciones de Rusia, China y lo que es más importante, Alemania, con la preceptiva aprobación del Congreso sin cumplimentar y en la segunda fila de una coalición que encabezan Obama, Sarkozy y Cameron, un trío de las Azores que Zapatero quiere ampliar a cuarteto.