Las calles llenas de gente trabajando, como si fuera un día normal, no venden. Nadie se parará a leer un titular sobre la asombrosa tranquilidad que invade Tokio casi una semana después de la tragedia del tsunami y el terremoto, y con una crisis nuclear en ciernes. Por ello, la mayoría de medios extranjeros, se han volcado en un ejercicio de dramatismo colectivo para lograr que la realidad no les estropee su ficción. Porque, en este caso, no se trata de enfoques ideológicos ni de puntos de vista: son los propios españoles quienes cuentan su testimonio, y los medios quienes les ignoran y manipulan.
Quieren drama, muerte, caos. Gente desolada, el ¡Apocalipsis!....y conseguir llenar sus portadas de miedo y escenas de terror. Como ya publicó Libertad Digital, los periodistas españoles tampoco están dando una clase de buen hacer periodístico, sino que están "dando caza" a los españoles en Japón para que expliquen las miserias que viven. Y si no las viven, porque hay una relativa normalidad, pues se las inventan. Son muchos –demasiados- los españoles residentes en el país nipón que denuncian haber sido víctimas de la manipulación de unos medios a los que no les contaron batallas de muerte y éxodo, sino de normalidad.
Lo que no perciben estos medios de comunicación, es que la consecuencia de ello no es sólo que se desacrediten profesionalemente, retratando su nulo interés por informar. Es que, con cada noticia que habla de Apocalipsis en Tokio, con cada titular que aluda a la destrucción o desabastecimiento sin ser cierto, hay una familia a muchos kilómetros de sus familiares que entra en pánico. Y no sirve que traten de tranquilizarles.
Los que ya podrían denominarse como los 'damnificados por el amarillismo de los medios de comunicación', no están callados. Han creado diversos grupos en las redes sociales, donde van compartiendo su experiencia, contando qué periodista ávido de dramatismo, lagrimeo, y grandes titulares les ha contactado.
De hecho, han escrito una carta pública a los medios de comunicación para que "dejen de manipular a la opinión pública". En la misiva explican que: "Están transmitiendo una situación de inseguridad que no se corresponde con la realidad en ciudades como Tokio. El gobierno está informando a los ciudadanos sobre lo que sucede en la central nuclear de Fukushima las 24 horas del día y, según esa información, no hay ningún peligro inmediato" aseguran.
Además, hacia quien arrecian las críticas es ante la embajada española en Japón: "Hemos tenido que apañarnos por nuestra cuenta e informarnos los unos a los otros entre los españoles y con gente de otros países de habla hispana ya que la nuestra propia Embajada Española parecía no estar en “servicio”.
Lo cuentan también en sus blogs, en twitter, en Facebook... pero quien se lleva la palma es el traductor Marc Bernabé, que ha grabado un vídeo para testimoniar la realidad de la capital nipona. Con mucha ironía, nos va enseñando cómo los supermercados reciben sus repartos diarios, cómo los niños pasean, los edificios están en pie... Y, a pesar de ello, tendrá que regresar a España. ¿Por miedo? No, porque el alarmismo que cada día entraba en casa de sus padres a través de la televisión ha logrado envenenarlo todo. Ya no sirve que él les cuente la realidad de la ciudad, están realemente asustados.
Como él, otros muchos usuarios nos demuestran que las gasolineras sí tienen gasolina, que los locales siguen abiertos y llenos, que la vida de la ciudad sigue con una relativa normalidad, pendiente de lo que ocurre en Fukushima, pero en ningún caso inmersa en el caos.
Lo que sobran, son ejemplos del no-éxodo que están viviendo los españoles en la capital. De hecho, ellos mismos son los que ironizan con el supuesto pánico que se les atribuye: "Seguimos con nuestra vida de refugiados en el sur" dice @kirai, mientras cuelga una fotografía de una plácida cena con amigos en su casa.