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LA PRIMERA VICTORIA DE MARRUECOS, por Víctor Gago

 

(Libertad Digital - Víctor Gago) La intención de Argelia de encarecer el contrato de suministro de gas a España, después del apoyo de Rodríguez Zapatero a la solución de un Sahara marroquí, merece un vistazo al retrovisor de la política del PSOE con los sectores estratégicos.

Nada más ganar las Elecciones del 14 de marzo de 2004, presumieron de su primera medida ­(bueno, la segunda, ya que la primera fue tocar retirada de Irak): derogar el Plan Hidrológico Nacional. Y así les va a lucir a los agricultores murcianos, regando sus lechugas y sus pimientos con agua desalada por tecnologías que funcionan a gas y fuel. Si Argelia cumple con lo anunciado este lunes por el ministro de Energía, Chakib Jelil, y sube un dólar por cada 27 metros cúbicos la tarifa del gasoducto Magreb-Europa (aproximadamente, un 20% sobre el precio actual, según "estimaciones no oficiales" citadas por El Mundo), lo próximo será una cascada de subidas en las facturas, hasta llegar a los hogares en forma de calefacción, luz, agua y hasta ensaladas más caras. Habrá que recortar gastos en la dieta ayurvédica de la ministra de Sanidad y recurrir a la XXL, menos sofisticada que el tofu pero que no se la salta ni Iñaki de Juana. Gracias, presidente.

Los siguientes derribos fueron la Ley de Educación aprobada por el anterior Gobierno y uno un poco más difícil de recordar, pero que hoy, comprobada la identificación de Zapatero con los intereses del régimen de Mohamed VI, revela la senda anti-estratégica y nefasta para España de sus alianzas.

Se trata de la suspensión sine die de la autorización concedida en diciembre de 2001 por el anterior Gobierno a Repsol YPF para abrir catas en aguas españolas de Canarias. Los sondeos preliminares apuntan la alta probabilidad de que exista una importante bolsa de crudo y gas en el sustrato de la plataforma africana situada en el pasillo canario-sahariano. En su día, el ex presidente de Repsol, Alfonso Cortina, llegó a estimar en un 20-30% las posibilidades de explotar con eficiencia un yacimiento en la zona. Invitado por el Círculo de Empresarios local, Cortina enumeró, en una conferencia de 2003 en Las Palmas de Gran Canaria, algunas de las ventajas de encontrar petróleo y gas en territorio español: 1) se reduciría la dependencia de suministros extranjeros, como el del gasoducto argelino; 2) aumentarían las reservas, actualmente estimadas en diez días de consumo nacional; 3) la proximidad del Archipiélago canario reduciría los costes de almacenaje, bien en tierra, bien en plantas off shore, y desde ahí, se transportarían las extracciones en barcos a la Península. El PP llegó a calificarlo como "el gordo de la lotería" para los intereses estratégicos de España.

La autorización concedida por el Gobierno Aznar enervó a Rabat, que no reconoce la soberanía española sobre esas aguas y, además, mantiene sus propios contratos con petroleras americanas y holandesas. Éstas ya exploran la zona, y con éxito. Que hay petróleo y gas ahí abajo, ya nadie lo pone en duda. Aznar no sólo consiguió mantener un contrato de renta antigua (1970) con Argelia, a precios de suministro por debajo del mercado; no sólo renovó el acuerdo, extendiéndolo a la construcción de un segundo gasoducto que, esta vez, no pagará peaje a Marruecos, al ir directamente del Sahara argelino a España, sin pasar por el país vecino. Además, Aznar ambicionaba una explotación de los recursos nacionales y, de paso, marcar con claridad las aguas de soberanía española de Canarias, disputadas por el expansionismo de Marruecos. Ni que decir tiene que la autorización a Repsol-YPF, la firmeza en la delimitación de la soberanía española de Canarias, la apuesta clara por el plan de la ONU para el Sahara Occidental y la excelente relación con el Gobierno de Abdelaziz Buteflika fueron llenando el vaso del rencor de Mohamed VI hasta que su régimen respondió con una histérica invasión del islote de Perejil, y, quizá (si atendemos a la escalofriante hipótesis del libro La venganza, de Casimiro García-Abadillo, sobre el 11-M), con algo mucho más siniestro que con Perejil.

Y mientras tanto, ¿qué hacía el PSOE? Como es sabido, menospreciar el interés de España y culpar al Gobierno de Aznar de la crisis de Perejil y de la impotencia agresiva de Marruecos.

Lo que quizá no se recuerde tanto es su boicot a las prospecciones de gas y petróleo de Repsol-YPF en aguas de Canarias. Hoy tiene mucho sentido hacerlo, a la luz de la intención anunciada por el Gobierno argelino de subirnos la factura del gas tras la entrega de Zapatero a los intereses de Marruecos en el Sahara.

El 10 de marzo de 2004, cuatro días antes de las últimas Elecciones Generales, el PSOE celebró como un éxito propio una decisión judicial. Ese día, el Tribunal Supremo anuló los permisos concedidos en 2001 por el Gobierno Aznar a Repsol-YPF, alegando cierto defecto formal en el expediente. El PSOE tenía razones para la euforia. Era quien había litigado en el alto tribunal para conseguir la paralización de unas catas de extraordinario interés estratégico y económico para España.

Ese 10 de marzo, en plena campaña electoral, Juan Fernando López Aguilar, candidato al Congreso por Las Palmas, saludó la resolución del Supremo como "un triunfo socialista en defensa de un interés genuinamente canario". Por esas fechas, petroleras americanas y holandesas ya horadaban los fondos marinos, apenas a unas pocas millas de donde el Gobierno Aznar había autorizado a Repsol-YPF. Y ahí siguen.

Cuatro días después, el PSOE ganó las elecciones y su Gobierno suspendió sine die el expediente de autorización, presumiendo de ecologismo y congraciado con el demagógico nacionalismo canario y los asfixiantes colectivos anti-sistema erigidos en un gobierno en la sombra en esta región. Aquel 10 de marzo, gracias a la eficaz intercesión del PSOE, se produjo el primer gran triunfo de Marruecos contra los intereses de España. Al día siguiente, con el atentado que volcó las Elecciones y echó a su odiado PP del Gobierno, se produjo el segundo y definitivo.

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