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LA HABANA SIGUE SU CURSO, por Lucas Garve

 

(Lucas Garve-Cubanet) El anuncio del traspaso provisional de funciones difundido por la media nacional cubana en la noche del lunes saturó las líneas telefónicas de las agencias de prensa extranjera en La Habana y de unas cuantas cancillerías en el mundo. También cubrió de insomnio la noche de muchas personas en la aldea global. No obstante, el amanecer habanero siguiente estuvo marcado por la cotidianeidad habitual.
 
Las filas de transeúntes junto a las señales de parada del precario transporte público. Las abuelas jabas en mano a buscar la ración de pan diario. Tantas madres con los niños de la mano revelaban de hecho el periodo de vacaciones escolares. La cola de la heladería Coppelia alcanzaba la dimensión normal de tiempo de asueto de niños y padres.
 
Sin embargo, ciertos mecanismos se activaron discretamente desde la noche anterior. Según los cables de la prensa extranjera, las Fuerzas Armadas y la Reserva militar se movilizaron discretamente. Ayer, al visitar a una amistad en el Vedado, observé a lo lejos filas de personas vestidas de verde en la terraza de un edificio alto. La suspensión hasta nuevo aviso de los Carnavales habaneros a celebrarse en fecha reciente confirmó también lo esperado por muchos fiesteros.
 
Aparte de las declaraciones de apoyo y por la recuperación de la salud del gobernante cubano difundidas en la Televisión Nacional, la voz de la calle no mencionaba el hecho sino a sotto voce. El caudal de expresiones del cubano de a pie parece haberse secado de pronto. Punto en boca. Incluso en un comunicado lanzado en la noche del martes, el mandatario cubano expresó que los detalles de su enfermedad son secreto de estado.
 
Pero entre los pocos que se han aventurado a expresar lo que piensan algunos no descansan en afirmar la capacidad indestructible del casi octogenario gobernante, al no creer en la gravedad de su estado de salud. Ellos confían verlo reaparecer una vez más.
 
La ausencia de los adivinadores del futuro con sus cartas en los portales de Cuatro Caminos y frente al Parque de la Fraternidad puede marcar para el ojo avisado una sutil variación en la situación cotidiana, aunque tampoco sea el terremoto tan pronosticado por voces e instituciones foráneas.
 
Mientras la oposición interna cubana demostró en sus declaraciones cautela y moderación, a 90 millas la euforia desató un carnaval intempestivo de declaraciones sin hallar eco en las costas isleñas. De una forma u otra los avatares del gobernante cubano no dejan espacio a la indiferencia.
 
 
Lucas Garve, de la Fundación por la Libertad de Expresión

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