LD (EFE) A su llegada a la reunión de ministros de Exteriores de la UE celebrada en Bruselas, el presidente de turno del Consejo de la UE, el esloveno Dimitij Rupel, ha dejado claro que "no le compete a la Unión como tal" reconocer a Kosovo, y que cada estado miembro "es libre" de hacerlo. Dijo que "nosotros sabemos cómo funciona este proceso, lo hemos vivido en Eslovenia, y siento que esté resultando tan lento, pero espero que llegue a un final lo antes posible". Insistió en que la Unión "quiere ayudar a todos, y quiere ayudar a la región. Hemos dicho en muchas ocasiones que queremos a todos dentro de la Unión".
Pero la postura de la UE se dará a conocer de manera oficial tras el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores, que se reúne en Bruselas. Según el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, la estabilidad de los Balcanes debe tener prioridad y para ello es necesario que todas las partes implicadas mantengan en los próximos días la tranquilidad y muestren moderación. Su colega francés, Bernard Kouchner, deseó "buena suerte" a kosovares y serbios, a los que se dirigió para sugerirles que "no hay que tomar las cosas de forma trágica".
La ONU, dividida
En el Consejo de Seguridad de la ONU, la situación es similar tras la reunión de emergencia convocada por Rusia y Serbia. El presidente en turno, el embajador panameño Ricardo Alberto Arias, dijo que "las diferencias de opinión conocidas siguen siendo las mismas". De hecho, la sesión tuvo que posponerse por un par de horas por falta de intérpretes. EEUU, Francia y el Reino Unido apoyan la separación frente al contundente rechazo de Rusia.
En Pristina, el ex líder guerrillero y ahora primer ministro albano-kosovar, Hashim Thaci, anunció en el Parlamento de Kosovo su independencia de Serbia, lo que inmediatamente fue rechazado por Belgrado, a través de su primer ministro, Vojislav Kostunica, quien declaró que su país luchará "sin el uso de la fuerza" por recuperar la provincia secesionista.
El desacuerdo entre los miembros del Consejo se basa en la interpretación legal de una de sus resoluciones, la 1.244, adoptada en 1999, que recoge el plan de paz internacional para Kosovo y garantiza a Serbia la soberanía y la integridad territorial. El embajador de Rusia, Vitaly Churkin, que señaló que la 1.244 no deja espacio para esa interpretación. En velada acusación a EEUU y a algunos miembros de la UE, aseguró que Moscú "no comparte la idea de que la ley internacional se puede manipular".