L D (Agencias) John Kerry ha ganado por abrumadora mayoría las elecciones primarias del "supermartes" del Partido Demócrata, pero no se ha tomado ni un momento de respiro, porque de inmediato ha viajado a Florida para seguir su carrera presidencial.
Al mismo tiempo, el equipo de campaña del presidente Bush ha lanzado una masiva "ofensiva" publicitaria en televisión para tratar de recuperar la iniciativa política.
En los primeros anuncios de la campaña "Bush-Cheney 2004", que se difunden en 16 estados considerados clave –en varios casos en español–, predominan las barras y estrellas, las referencias al 11 de septiembre y al "firme liderazgo (de Bush) en tiempos de cambio". "Sé exactamente en qué dirección quiero liderar a este país. Sé lo que necesitamos para que el mundo sea más libre y más seguro", afirma el presidente en uno de los anuncios.
No es una coincidencia el inicio de esta campaña con la victoria final de Kerry, senador por Massachusetts, en el proceso electoral demócrata, tras lograr el 64 por ciento de los votos en las primarias y asambleas ("caucus") celebradas este martes en 10 estados. Con sus victorias en California, Ohio, Connecticut, Nueva York, Rhode Island, Georgia, Massachusetts, Minesota y Maryland –sólo perdió en Vermont ante Howard Dean–, el veterano senador eliminó el penúltimo obstáculo: su compañero John Edwards.
Edwards ha anunciado de manera oficial que se retira de la carrera demócrata por la candidatura presidencial y que apoyará a partir de ahora a Kerry. Incluso horas antes dijo del vencedor que "ha sido un defensor extraordinario de causas en las que creemos", a lo que Kerry respondió afirmando que Edwards "es una promesa de gran liderazgo para nuestro país en los años venideros". Estas declaraciones cruzadas enseguida se interpretaron como un posible guiño a quienes presionan para que Edwards sea el elegido para la candidatura como vicepresidente, aunque hasta el momento ninguno de ellos ha querido pronunciarse al respecto.
En los primeros anuncios de la campaña "Bush-Cheney 2004", que se difunden en 16 estados considerados clave –en varios casos en español–, predominan las barras y estrellas, las referencias al 11 de septiembre y al "firme liderazgo (de Bush) en tiempos de cambio". "Sé exactamente en qué dirección quiero liderar a este país. Sé lo que necesitamos para que el mundo sea más libre y más seguro", afirma el presidente en uno de los anuncios.
No es una coincidencia el inicio de esta campaña con la victoria final de Kerry, senador por Massachusetts, en el proceso electoral demócrata, tras lograr el 64 por ciento de los votos en las primarias y asambleas ("caucus") celebradas este martes en 10 estados. Con sus victorias en California, Ohio, Connecticut, Nueva York, Rhode Island, Georgia, Massachusetts, Minesota y Maryland –sólo perdió en Vermont ante Howard Dean–, el veterano senador eliminó el penúltimo obstáculo: su compañero John Edwards.
Edwards ha anunciado de manera oficial que se retira de la carrera demócrata por la candidatura presidencial y que apoyará a partir de ahora a Kerry. Incluso horas antes dijo del vencedor que "ha sido un defensor extraordinario de causas en las que creemos", a lo que Kerry respondió afirmando que Edwards "es una promesa de gran liderazgo para nuestro país en los años venideros". Estas declaraciones cruzadas enseguida se interpretaron como un posible guiño a quienes presionan para que Edwards sea el elegido para la candidatura como vicepresidente, aunque hasta el momento ninguno de ellos ha querido pronunciarse al respecto.
El Partido Republicano está impaciente por recuperar el protagonismo para Bush después de semanas en las que el proceso electoral demócrata, uno de los más interesantes y seguidos de las últimas décadas, ha absorbido la atención de los medios de prensa. Los porcentajes de aprobación de la gestión de Bush no han parado de descender en este periodo, lo que se atribuye también a la vacilante recuperación económica y a la situación en Irak, pero en el partido que sustenta a su Gobierno confía en poder cambiar el paso.
Para ello resultarán decisivos los cerca de 200 millones de dólares que ya ha recaudado la campaña para la reelección de Bush y Cheney, que podría aumentar en 100 millones más hasta noviembre, y la capacidad de Bush para utilizar la Casa Blanca como plataforma.