En la sesión de control en el Senado, Trinidad Jiménez ha afirmado que el Gobierno está "convencido" de que la solución para el Sahara "pasa por la negociación", de manera que el pueblo saharaui "pueda ejercer su derecho a la libre determinación". "La prudencia era la mejor consejera desde el primer momento, cualquier pronunciamiento desde la superficialidad tiene consecuencias", ha dicho.
También ha citado profusamente declaraciones de la ONU para dejar claro que, a su juicio, España no tiene nada que decir en el conflicto y es un actor como cualquier otro. Según ha dicho, desde el abandono del Sahara en 1976 "España no tiene responsabilidades" allí y así se dejó dicho por escrito: "España se considera desligada en lo sucesivo de toda responsabilidad en la administración de dicho territorio". "Naciones Unidas y con ella España consideran que es un territorio sin autogobierno" y que "el proceso de descolonización debe llevarse a cabo con el acuerdo de las partes".
"España no es la potencia administradora del Sahara occidental se ponga como se ponga", insistió, y dijo que "Naciones unidas no la considera una parte en el conflicto, ni siquiera en las negociaciones en el proceso de descolonización del territorio". La responsabilidad de España, insistió, se limita a "acompañar a ambos", Marruecos y el Sahara, "para que alcancen un acuerdo", algo en lo que, dijo, nuestro país "participa activamente".
El senador más combativo fue, con diferencia, Juan Van Halen. En su alegato, el popular le espetó, a gritos, que le queda grande "la chupa", cuando perdió las elecciones municipales en 2003, el poncho, en alusión a su viaje a Bolivia, y la chilaba. Le dijo finalmente que también le quedaba grande el cargo ministerial, entre gritos de la bancada socialista. Jiménez replicó pidiéndole sentido de Estado.