LD (EFE) Kenichiro Sasae, emisario especial de Japón, se encuentra en China para cumplir una cargada agenda de trabajo que incluye contactos con el delegado de Tokio en las conversaciones multilaterales sobre el programa nuclear norcoreano y que tendrán este lunes su plato fuerte con la reunión informal chino-nipona para acercar las distantes posiciones entre ambos países.
La rivalidad económica, los síntomas de creciente nacionalismo en la política nipona, las manifestaciones antijaponesas de la pasada primavera en China orquestadas desde el Gobierno y las disputas por los yacimientos de gas en las aguas que reclaman ambos países han elevado la tensión hasta niveles impensables hace años. Ante ese panorama, la reunión de entre los representantes japoneses y chinos es considerada como un intento conciliador de las dos partes para que no termine por romperse esa tensa cuerda en la que ambos países sostienen sus delicadas relaciones bilaterales.
En el núcleo de la crispación china hacia Japón están las visitas del primer ministro nipón, Junichiro Koizumi, al templo sintoísta de Yasukuni, considerado en China como símbolo del imperialismo japonés de antaño y del ultranacionalismo de hoy día. En ese santuario sintoísta de Tokio se rinde homenaje a cerca de 2,5 millones de japoneses caídos en combate en diferentes conflictos armados, desde 1853 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Otro de los temas a abordar entre Sasae y Cui es la rivalidad económica y territorial en el Mar de China Oriental, donde ambos países tienen intereses irreconciliables, al reclamar la soberanía de varios yacimientos de gas en las aguas en que confluyen sus zonas económicas exclusivas. La Convención de Naciones Unidas sobre la Ley del Mar permite a los países la explotación de los recursos marítimos hasta una zona de 370 kilómetros a partir de sus costas, pero Pekín y Tokio, que firmaron este tratado en 1996, divergen sobre esos límites.
La tensión en la zona se disparó en 2005 cuando tanto chinos como japoneses desplazaron a las inmediaciones de esa región marítima aviones de espionaje y navíos de guerra; en diciembre de 2004, China ya había enviado incluso un submarino nuclear, que, según Japón, llegó a entrar en aguas niponas.