L D (EFE) El presidente del museo, Avner Shalev, en el acto inaugural ha dicho que "el museo que estamos inaugurando hoy es un monumento para todos aquellos que fueron asesinados, un intento de preservar sus nombres, sus caras y sus identidades para las futuras generaciones. Este museo es el sentido grito personal de la generación que pudo contar su historia".
El primer ministro israelí, Ariel Sharón, declaró posteriormente que "Yad Vashem" –como se conoce al museo–, "es la cámara de la memoria del corazón del pueblo judío". El presidente del Estado de Israel, Moshé Katsav, advirtió de que "el mundo libre debe impedir que se vuelvan a producir desastres como el Holocausto".
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, reiteró que la organización que lidera debe "permanecer eternamente vigilante" ante la erupción del antisemitismo y el racismo, a fin de "garantizar que este horror (el Holocausto) no se vuelva a producir". "La ONU tiene la sagrada responsabilidad de combatir el odio y la intolerancia", recalcó Annan.
Por su parte, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, manifestó que Alemania no puede olvidar su responsabilidad en la muerte de seis millones de judíos a manos del régimen nazi.
Escalofriante testimonio de la barbarie
Ubicado en uno de los extremos del Monte Herzl de Jerusalén, el nuevo edificio abre sus puertas en coincidencia con el 60 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). El museo ha costado 40 millones dólares y más de diez años de trabajo, y en sus salas alberga objetos auténticos de la Segunda Guerra Mundial y de la vida judía en Europa antes y durante el Holocausto.
El edificio, apoyado en una ladera, es un prisma de cemento armado, obra del arquitecto judío y natural de Boston, Moshé Safdie. En su interior un pasillo con forma triangular e iluminado por un corredor de luz cenital acoge al visitante, que debe atravesarlo en zig-zag para adentrarse en cada sala, donde se exponen distintos objetos, fotografías y todo tipo de dispositivos tecnológicos en los que se proyectan testimonios de las víctimas.
A lo largo del corredor de hormigón se hayan expuestos diversos objetos como libros de época o el chasis retorcido y ennegrecido de un vagón de tren, que sirven de preámbulo a la entrada en cada sala. Cerca de 90 testimonios de víctimas de la barbarie nazi, recreados con objetos, fotografías, ilustraciones, música e imágenes, colaboran en la "personalización" de uno de los períodos más oscuros de la historia de la humanidad.
Entre las salas del nuevo museo se encuentra la recreación de la calle principal del gueto de Varsovia, símbolo del confinamiento al que fueron sometidos los judíos y de la revuelta protagonizada por la resistencia en 1944. Farolas, adoquines, raíles del tranvía, un carro para el transporte de mercancías y personas, o las mismas bocas del alcantarillado por el que escaparon algunos judíos del gueto, han sido traídos pieza por pieza.
En la sala dedicada a la "Industria de la Muerte", esto es, a los campos de exterminio, los restos de un oxidado vagón de tren constituyen el fiel testigo de las deportaciones de miles de judíos a sus crueles destinos. Una habitación de una familia judía berlinesa, o una enorme fotografía que muestra los restos de la masacre de Babi Yar, en Ucrania, donde más de 53.000 judíos fueron fusilados entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941, ambientan el museo del Holocausto.
Asimismo, 230 pinturas realizadas por artistas judíos, muchos de los cuales describen sus propias experiencias en los campos de concentración, son expuestos en las distintas salas. También se describen las masacres cometidas contra homosexuales, gitanos, comunistas y las prácticas eugenésicas llevadas a cabo por los nazis contra aquellas personas consideradas como discapacitados psíquicos.
La denominada "Sala de los Nombres", que culmina el recorrido por el museo, está formada por una bóveda de forma cónica decorada con fotografías y testimonios escritos de 600 víctimas. La sala, de forma circular, está a su vez rodeada por los archivos que recogen tres millones de testimonios, y rematada por un foso en el centro que simboliza aquellos nombres de víctimas que nunca se conocerán.