L D (EFE) Sin embargo, el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, ha reconocido que llevará "algún tiempo" resolver las diferencias sobre el borrador constitucional.
El fracaso de las conversaciones del pasado diciembre dejó en el aire la firma del esperado tratado constitucional, cuyo objetivo es hacer de la UE un bloque más democrático, eficiente y transparente tras la entrada de diez miembros más.
Las negociaciones se rompieron porque los Quince no fueron capaces de ponerse de acuerdo respecto al reparto del sistema de votos del Consejo de Ministros, el órgano donde los Gobiernos nacionales debaten y aprueban las leyes de la UE. Sin embargo, el Ejecutivo irlandés afronta su período al frente de la UE con "moderado optimismo", con esperanzas de que en los próximos meses se resuelvan las diferencias que la saliente presidencia italiana no ha podido solucionar.
"Confío en que tendremos una Constitución (...) pero creo que todavía hay algunos temas fundamentales que hay que resolver" y puede llevar "algún tiempo", dijo este jueves Ahern en declaraciones a la cadena pública británica BBC. El peso de la política del Gobierno de Dublín caerá sobre Ahern, que intentará asumir la presidencia de la UE con menos ruido que su colega italiano, Sivio Berlusconi. Irlanda, además, es uno de los pocos miembros de la UE que acepta el texto del tratado constitucional sin reservas.
El primer ministro tiene también fama de campechano, de poseer un carácter práctico y de ser un gran negociador y, junto al ministro de Asuntos Exteriores, Brian Cowen, ha influido positivamente en las laberínticas conversaciones del proceso de paz en Irlanda del Norte. Buen conocedor de la naturaleza de los procesos negociadores, Cowen, abogado de profesión, ha advertido de que la presidencia irlandesa ignorará cualquier acuerdo verbal al que hayan llegado Berlusconi y los líderes de la Unión en el pasado. Partirán de cero.
Uno de los damnificados podría ser el primer ministro británico, Tony Blair, quien cree que "ya hay consenso" sobre el mantenimiento de su derecho al veto en materia de fiscalidad y de política exterior, dos asuntos que también dividen a los Quince. Según el tándem Ahern-Cowen, el punto de partida de la presidencia irlandesa será el borrador del tratado constitucional, que fue formalmente aceptado por todos los países miembros. Cowen habla a menudo de "de la psicología de unas negociaciones".
"Sabemos –ha explicado el jefe de la diplomacia irlandesa– que cuando hay gente involucrada en situaciones conflictivas siempre quiere hallar una salida política". "Al principio, debemos de mantener un perfil discreto para escuchar y comprender dónde nos encontramos. Si en marzo podemos ser más agresivos será cuestión de preguntarse colectivamente si podemos seguir adelante o no". Algunas voces en la UE creen que no habrá progreso hasta finales de 2004 o incluso 2005, pero el Gobierno irlandés ha reiterado que está "a disposición de todo el mundo, aunque la resolución del conflicto no depende sólo de nosotros".
En este sentido, Ahern también ha reconocido que todo apunta a que los países miembros "necesitan más tiempo" ya que el calendario electoral de algunos socios, como España -que se opone a la reforma del sistema de votos junto con Polonia-, "complica la situación". Además, el Gobierno irlandés tampoco es partidario de crear una Europa de "dos velocidades" con "grupos pioneros" que, ante la ausencia de acuerdo, tomen las riendas el proceso de ampliación de la UE, tal y como propone Francia y Alemania.
La posible intención de "los países grandes (en referencia a Alemania y Francia)" de apostar por una Europa de dos velocidades "crearía muchas disparidades y divergencias que no serían buenas para el conjunto de la población europea", advirtió Ahern.