LD (EFE) Uno de los terroristas más buscados de Asia, el malasio Azahari bin Husin, murió la noche de este martes en un enfrentamiento con agentes antiterroristas en la isla indonesia de Java, después de tres años de persecución.
El examen de las huellas dactilares ha permitido verificar que el presidente indonesio acertó y que Azahari, que estudió ingeniería en Australia, no volverá a cometer atentados terroristas en Indonesia. El director de la Policía Nacional de Indonesia, general Sutanto (un sólo nombre como otros muchos indonesios), volvió a comparecer ante los medios de comunicación esta vez para informar de que las huellas dactilares tomadas en el escenario del crimen y las que tenían de Azahari son iguales.
Sutanto desmintió que el malasio se había quitado la vida con una bomba antes de entregarse, como habían supuesto al principio. La investigación ha esclarecido que el terrorista murió de un tiro, aún no se ha dicho de si de arma amiga o enemiga, y que la persona que se inmoló con explosivos y de la que sólo se conserva intacta la cabeza es un tal Arman.
Decenas de muertos
Azahari, un ingeniero de cuarenta y tantos años que aprendió a fabricar explosivos en Afganistán en 1999, era desde el atentado terrorista de la isla de Bali en 2002 una sombra peligrosa que planeaba sobre Indonesia. La Policía local lo tenía como el hombre más buscado, por delante de su compañero Noordin Mohamed Top, también malasio.
Se le incluía en la cúpula de la organización Yemaah Islamiya, el brazo de Al-Qaeda en el sudeste asiático. A Azahari se le atribuyen las bombas en Bali en 2002, que causaron 202 muertos; contra el hotel Marriott de Yakarta en 2003, que mató a 12 personas; frente a la embajada de Australia en Yakarta en 2004, que acabó con 11 vidas humanas; y las colocadas de nuevo en Bali el pasado primero de octubre, que causaron 20 fallecimientos.