A raíz de las críticas de algunos miembros de la comunidad internacional por el envío masivo de tropas de EEUU al país caribeño, el presidente haitiano René Préval afirmó que las consideraciones ideológicas deben dejar paso a la caridad.
Depués de que EE.UU desplegara miles de soldados en Puerto Príncipe y sus cercanías, para garantizar la seguridad en los puntos de reparto de ayuda y los hospitales, el secretario de Estado de Cooperación francés, Alain Joyandet, indicó que la ONU debe precisar el papel estadounidense en la asistencia a Haití, porque "no se trata de ocupar el país, sino de ayudarle a que recobre la vida".
René Préval acepta la ayuda de quienes tienen la capacidad y quieren ayudar: "No tenemos ningún problema ideológico para recibir la ayuda", aseguró el jefe del Estado en la radio francesa.
Préval descartó cualquier polémica por la llegada de los marines estadounidenses a Haití. "Colaboramos con diversos socios. Los estadounidenses están bajo la égida de la fuerza de Naciones Unidas". La cooperación de las distintas fuerzas son quien están al cargo de la seguridad.
En cuanto a la llegada de helicópteros estadounidenses al jardín del palacio presidencial, Préval indicó que "si eso puede servir para salvar vidas, las consideraciones ideológicas deben dejar paso a la caridad".
Tras unos primeros instantes de caos, "La prioridad es socorrer a los que están bajo los escombros, quitar los cadáveres de las calles para evitar una catástrofe sanitaria, llevar a estancias temporales a los que todavía están en las calles y aportarles lo necesario para su alimentación", agregó.
El presidente haitiano reconoció que existen problemas de coordinación del reparto de la ayuda internacional "que llega muy rápido" y el país "no está preparado para recibirla".
Préval envió un mensaje de esperanza al país : "Un país no muere, un pueblo no muere. Vamos a levantarnos, los haitianos van a tomar consciencia. Hace falta estabilidad política para construir con continuidad".
El número de muertos por el terremoto de Haití asciende a 75.000, según afirmó el primer ministro de Haití, Jean Max Bellerive. La información recogida calcula también que 30.000 familias están en la calle. Una de sus mayores preocupaciones es que él tendrá que tomar la decisión de ordenar la suspensión de los rescates, pues según protocolos internacionales, el tiempo para eso ya pasó.
Indicó que hay "pocos disturbios" entre la población y los atribuyó a la desesperación por obtener agua y alimentos, al mismo tiempo que expresó que el Gobierno de su país "trabaja en medio de las dificultades" causadas por el fenómeno natural.
Bellevire, que duerme en un automóvil y despacha desde un puesto de policía en Puerto Príncipe, dijo que "no hay inseguridad" y se mostró contrario a lo que muestran las televisiones de todo el mundo.
Reconoció, eso sí, que la distribución de las ayudas internacionales entre los damnificados ha sido lenta, pero recordó que "la administración no estaba en capacidad de poder trabajar" porque los edificios gubernamentales están destruidos.
Sin embargo dijo que ahora están "en un nivel aceptable" y que se podrán agilizar esas entregas de alimentos, medicinas, agua y ropa. Explicó que la movilidad es un problema porque no hay gasolina y por eso el transporte tiene dificultades.
Apuntó que en todo caso todavía hay muchos cuerpos sin vida sin rescatar y que en caso de que llueva, la situación sanitaria sería preocupante porque se pueden generar epidemias.