Según relata el diario, ésta es la primera misión internacional del alférez, pero piensa volver a Afganistán. Dice que quiere hablar porque "en España nadie sabe lo que hacemos aquí".
Sobre el cabo Cabello, se muestra apenado porque "se llevaron al mejor, y no lo digo porque esté muerto. Lo había elegido yo mismo. Los primeros días sufres porque has perdido a un subordinado, pero con el paso del tiempo el dolor te lo provoca la falta de una amigo", asegura.
El cabo Cabello falleció tras la explosión de un artefacto explosivo improvisado que fue colocado al paso del convoy. "La insurgencia no es tonta y sabe muy bien contra quiéen ataca. Sabían que éramos españoles". No obstante, Santana cree que "el ataque te lo van a hacer igual. Americanos, ingleses, italianos…todos vuelan con los IED", dice refiriéndose a los artefactos explosivos improvisados por los talibanes.
El alférez, sin embargo, no quiere entrar en la polémica sobre la calidad del blindaje de los BMR españoles. En ABC dice que el siete de octubre, fecha del ataque, era sólo un día más en el que el batallón salió de la seguridad de los muros de la base de Herat para hacer una misión de reconocimiento.
"Era una patrulla bonita. Todo discurría con normalidad hasta que sentí la explosión cuando regresábamos a la base. No imaginé que fuera un IED, pensé que nos habían alcanzado con un lanzacohetes. Nunca esperas que te vaya a tocar", declaró a ABC.
Pese al aturdimiento inicial, se aplicó el protocolo y se evacuó el cadáver de Cristo. "Estábamos a 20 kilómetros de la base, sólo 20 kilómetros", asegura con impotencia. Ahora, el joven atiene previsto asistir a un curso especial de contrainsurgencia en Kabul junto a militares de otros países.
"Hay que saber controlar el odio para que lo ocurrido no afecte al trabajo diario", asegura Santana, que en pocas semanas regresará a Afganistán. "Por mucho que leas y te informes, hasta que no ves en primera persona a los afganos y sus condiciones de vida, no te puedes imaginar lo que es esto".