L D (EFE) Para el presidente del Grupo Popular Europeo, Hans-Gert Poettering, "ningún gobierno tiene culpa en exclusiva" del fracaso, de la Constitución, pero avisó a "los países que se alejan del principio de solidaridad europea". El presidente del Grupo Socialista Europeo, Enrique Barón, lamentó que su "propio país (España) siempre estuvo a la vanguardia en la construcción europea y ahora esta en la retaguardia".
Esta afirmación fue criticada por el popular Gerardo Galeote, y especialmente a los que dicen –en alusión a Francia y Alemania– que "lo que me interesa es europeísta y lo que no, es anti-europeo". La necesidad de "europeísmo" fue también reclamada por Iñigo Méndez de Vigo (PPE), al pedir que se recupere "el sentido común". Para el francés Georges Berthu, la oposición de España y Polonia al sistema de "doble mayoría era compartida por otros países que no se atrevían a decirlo", mientras que el italiano Marco Panella comprendió las demandas "justas" de ambos países, pero no la postura de Francia, un país que "utiliza Europa para hacer sus negocios".
El liberal británico Graham Watson dijo que Europa "esperaba mucho más" de un país con experiencia en la construcción europea, como es Italia, y criticó a Berlusconi porque durante la presidencia "sólo ha dicho chistes malos y no propuestas concretas". "Si aceptamos su propia ambición de culminar la Constitución en diciembre, concluimos que usted ha fracasado", le criticó. Francis Wurtz, de Izquierda Unitaria, calificó de "espectáculo triste de poderes" la cumbre de Bruselas, y la defensa de "Niza o la muerte" de algunos gobiernos, lo que muestra "falta de sensibilidad"
La verde Mónica Frassoni criticó a Berlusconi por sus errores al frente de la Unión, como anunciar "misteriosos compromisos" que nunca existieron, y opinó que "los gobiernos polaco y español no son los únicos responsables de esta crisis, sino también los que defendieron Niza y ahora han cambiado", en alusión a Francia. Su compañero de grupo, el francés Daniel Cohn-Bendit, dirigió sus críticas a España, ya que dijo, "sólo le interesan de Europa los fondos estructurales, pero no la construcción" del continente.
Para el veterano socialista Giorgio Napolitano puede haber "una gran crisis en la Unión" si continúan los "egoísmos". Como respuesta a esa crisis, el presidente de la Comisión, Romano Prodi, hizo mención a los gobiernos que, como el francés o el alemán, proponen que "países pioneros" abran la vía a cooperaciones más sólidas, como punto de partida a una UE más fuerte e integrada. Dijo que "esas soluciones se inscriben en la tradición de la integración europea y, si analizamos nuestra historia, ha sido siempre en momentos complejos y difíciles cuando han surgido". "Vivimos en uno de esos momentos dramáticos y esta reflexión debe iniciarse con valor y con sentido de responsabilidad y apertura hacia el futuro", afirmó Prodi.
Silvio Berlusconi respondió a estas críticas diciendo que "la decepción" que se respira "no debe impulsar a actitudes pesimistas". "No tenemos que dividirnos en una Europa de primera y segunda división", afirmó el primer ministro italiano, quien se mostró a favor de "reforzar y mantener" lo que hizo la Convención. Respecto al sistema de votos en el Consejo, el aspecto que levanta mayor oposición, apostó por "llegar a un acuerdo que permita tomar decisiones a nivel europeo", y que se evite la "unanimidad". A las críticas por no hacer propuestas convincentes, Berlusconi dijo que defendió las ideas de la Convención, pero al no convencer a algunos países se inclinó por "fórmulas temporales", como mantener el Tratado de Niza temporalmente. "La voluntad de todos los gobiernos de acordar una Constitución era clara, pero a pesar de eso nadie hubiera podido lograr un acuerdo", según Berlusconi.