L D (EFE) La validez del referéndum será asegurada con la asistencia a las urnas de más del 50 por ciento del electorado y se considerará que la independencia es respaldada si esa opción obtiene el 55 por ciento de los votos válidos, conforme a una fórmula que fue presentada por la Unión Europea.
Los diputados adoptaron anoche la nueva ley sobre el referéndum, que recoge la fórmula para la consulta propuesta por la Unión Europea y que fue aceptada por la coalición independentista gobernante y por la oposición, que está en contra de la secesión. Los 670.000 habitantes de Montenegro están desde hace años profundamente divididos sobre la proclamación de independencia, y los últimos sondeos apuntan a que el 41 por ciento apoya esa opción, mientras que el 32 por ciento está en contra.
Las autoridades de Montenegro desean que la república restablezca el estatuto de Estado independiente que le fue reconocido internacionalmente en el Congreso de Berlín, en 1878. Tras la Primera Guerra Mundial, este pequeño Estado pasó a formar parte del Reino de los Serbios, los Croatas y los Eslovenos, que luego cambió el nombre en Reino de Yugoslavia.
Después de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento del régimen comunista, Yugoslavia fue transformada en una federación de seis repúblicas. Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia proclamaron en 1991 y 1992 su independencia de ese Estado, mientras Serbia y Montenegro permanecieron unidas en la República Federal de Yugoslavia (RFY).
En 1997, el primer ministro montenegrino, Milo Djukanovic, rompió con su mentor, el entonces presidente serbio y luego yugoslavo, Slobodan Milosevic, y lanzó una política de distanciamiento político y económico de Serbia. Contrariamente a lo que se esperaba, el proyecto independentista montenegrino se intensificó tras la caída de Milosevic y los cambios democráticos en Serbia, de octubre del año 2000.
El 4 de febrero de 2003, la RFY fue transformada en la actual unión estatal de Serbia y Montenegro, conforme al acuerdo que las autoridades independentistas montenegrinas y las federalistas serbias lograron bajo la mediación del alto representante de la UE para la Política Exterior, Javier Solana. En ese acuerdo estaba previsto que al cabo de tres años las repúblicas que habían formado la unión estatal podrían organizar consultas sobre una eventual secesión.
Los diputados adoptaron anoche la nueva ley sobre el referéndum, que recoge la fórmula para la consulta propuesta por la Unión Europea y que fue aceptada por la coalición independentista gobernante y por la oposición, que está en contra de la secesión. Los 670.000 habitantes de Montenegro están desde hace años profundamente divididos sobre la proclamación de independencia, y los últimos sondeos apuntan a que el 41 por ciento apoya esa opción, mientras que el 32 por ciento está en contra.
Las autoridades de Montenegro desean que la república restablezca el estatuto de Estado independiente que le fue reconocido internacionalmente en el Congreso de Berlín, en 1878. Tras la Primera Guerra Mundial, este pequeño Estado pasó a formar parte del Reino de los Serbios, los Croatas y los Eslovenos, que luego cambió el nombre en Reino de Yugoslavia.
Después de la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento del régimen comunista, Yugoslavia fue transformada en una federación de seis repúblicas. Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia proclamaron en 1991 y 1992 su independencia de ese Estado, mientras Serbia y Montenegro permanecieron unidas en la República Federal de Yugoslavia (RFY).
En 1997, el primer ministro montenegrino, Milo Djukanovic, rompió con su mentor, el entonces presidente serbio y luego yugoslavo, Slobodan Milosevic, y lanzó una política de distanciamiento político y económico de Serbia. Contrariamente a lo que se esperaba, el proyecto independentista montenegrino se intensificó tras la caída de Milosevic y los cambios democráticos en Serbia, de octubre del año 2000.
El 4 de febrero de 2003, la RFY fue transformada en la actual unión estatal de Serbia y Montenegro, conforme al acuerdo que las autoridades independentistas montenegrinas y las federalistas serbias lograron bajo la mediación del alto representante de la UE para la Política Exterior, Javier Solana. En ese acuerdo estaba previsto que al cabo de tres años las repúblicas que habían formado la unión estatal podrían organizar consultas sobre una eventual secesión.