LD (Agencias) Sánchez, líder de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), consideró que el libro pretende "descalificar a un luchador por la resistencia durante más de 35 años para intentar desviar la atención de un modelo totalitario que está en fase final". En el libro "El Camaján" (oportunista, vividor), los periodistas Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo, "destapan" a Sánchez como el agente "Juana", "Eduardo" o "Pestana" de la Seguridad del Estado.
Según los periodistas, "Juana" se acercó a los órganos de Seguridad en los años 90 y comenzó a trabajar en diciembre de 1997, aportando información sobre diplomáticos, disidentes y prensa extranjera. Rodríguez y Barredo, asiduos en programas de la televisión estatal cubana, califican a Sánchez de "oportunista", con una trayectoria "demagógica". A pesar de ello -dicen en el libro publicado por la oficial "Editora Política"-, la Seguridad aceptó su colaboración para "darle cordel" con el fin de lograr información. "Brindó importante información y criterios sobre diplomáticos y funcionarios de gobiernos extranjeros, fundamentalmente de Estados Unidos y de España", dijo Barredo durante la presentación del libro.
A cambio, señala el libro, se le toleró "un margen de independencia en sus posiciones contrarrevolucionarias" para "preservar su credibilidad", agrega el texto, que señala que Sánchez aportó también "valiosas informaciones" y "sirvió de neutralizador" con la disidencia. "El Camaján" alude a su influencia sobre el escritor Raúl Rivero -condenado a 20 años en los juicios sumarísimos que llevaron a la cárcel a 75 disidentes el pasado marzo- para que "revalorara sus posiciones hostiles contra la revolución" y apunta que llegó a plantear la posibilidad de su "reclutamiento".
Por el contrario, para Elizardo Sánchez el libro es una "infamia total" y forma parte de una "campaña para tratar de silenciar" a la oposición. "Es otra mentira de cómo el gobierno gasta tiempo y dinero", dijo Sánchez, convencido de que "el poder real en Cuba es el aparato de la policía política, cuyo jefe es el presidente, Fidel Castro". Admitió que le han propuesto repetidamente trabajar para la Seguridad y reconoció que, "regularmente, todos somos interrogados o entrevistados, sin excepción", aunque aseguró que las fotografías que reproduce el libro no corresponden a la imposición de ninguna medalla, sino a la entrega de una pluma.
Según los periodistas, "Juana" se acercó a los órganos de Seguridad en los años 90 y comenzó a trabajar en diciembre de 1997, aportando información sobre diplomáticos, disidentes y prensa extranjera. Rodríguez y Barredo, asiduos en programas de la televisión estatal cubana, califican a Sánchez de "oportunista", con una trayectoria "demagógica". A pesar de ello -dicen en el libro publicado por la oficial "Editora Política"-, la Seguridad aceptó su colaboración para "darle cordel" con el fin de lograr información. "Brindó importante información y criterios sobre diplomáticos y funcionarios de gobiernos extranjeros, fundamentalmente de Estados Unidos y de España", dijo Barredo durante la presentación del libro.
A cambio, señala el libro, se le toleró "un margen de independencia en sus posiciones contrarrevolucionarias" para "preservar su credibilidad", agrega el texto, que señala que Sánchez aportó también "valiosas informaciones" y "sirvió de neutralizador" con la disidencia. "El Camaján" alude a su influencia sobre el escritor Raúl Rivero -condenado a 20 años en los juicios sumarísimos que llevaron a la cárcel a 75 disidentes el pasado marzo- para que "revalorara sus posiciones hostiles contra la revolución" y apunta que llegó a plantear la posibilidad de su "reclutamiento".
Por el contrario, para Elizardo Sánchez el libro es una "infamia total" y forma parte de una "campaña para tratar de silenciar" a la oposición. "Es otra mentira de cómo el gobierno gasta tiempo y dinero", dijo Sánchez, convencido de que "el poder real en Cuba es el aparato de la policía política, cuyo jefe es el presidente, Fidel Castro". Admitió que le han propuesto repetidamente trabajar para la Seguridad y reconoció que, "regularmente, todos somos interrogados o entrevistados, sin excepción", aunque aseguró que las fotografías que reproduce el libro no corresponden a la imposición de ninguna medalla, sino a la entrega de una pluma.