LD (Agencias) En declaraciones a varios periodistas, el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, general Fredy Padilla, responsabilizó a dos jefes de las FARC de la muerte de los once diputados. Uno de ellos ha sido identificado como Edgar López Gómez, alias "Pato Chino". El otro es conocido como "El grillo".
Este último, mencionó el militar, "tenía la responsabilidad directa de cuidar a los secuestrados", que estaban en campamentos en las montañas del departamento del Valle del Cauca (suroeste). El trágico desenlace del secuestro, opinó, se debe a la "la paranoia en que se encuentran las FARC, que "están en el fin del fin. Los hombres de este grupo terrorista ya no tienen otro camino que entregarse".
En un mensaje difundido por Internet, las terroristas FARC informaban que los legisladores murieron el pasado 18 de junio en un supuesto "fuego cruzado" cuando rechazaban un operativo para su liberación. Pero, el Gobierno y las Fuerzas Militares afirmaron que no han realizado operaciones en la zona, en la que probablemente estaban los rehenes, ex miembros de la asamblea del Valle del Cauca fueron secuestrados en Cali, capital regional, el 11 de abril del 2002.
En el comunicado donde las FARC dan a conocer la muerte de los diputados, los terroristas prometen "hacer lo posible" para que sus familiares "tengan pronto" sus restos. De hecho, el Gobierno del presidente Álvaro Uribe ha exigido la entrega de los cuerpos para conocer las circunstancias de su muerte.
En su intervención transmitida a nivel nacional, Uribe dijo que los diputados en cautiverio "habrían sido vilmente asesinados". Afirmó que "la muerte de los secuestrados, sin bajas guerrilleras (terroristas), sin soldados asesinados ni heridos, muestra que no hubo fuego cruzado". Tras asegurar que no había una operación de rescate porque ni los servicios de inteligencia sabían dónde estaban los rehenes, anunció que pedirá a una comisión forense internacional que le explique al mundo "las circunstancias de este crimen atroz".
Las autopsias y las pruebas de balística revelarían si los secuestrados murieron por tiros de gracia ante la cercanía de enemigos armados. La zona de la masacre ha sido identificada como escenario de guerra entre varios grupos por el control de las rutas para sacar cocaína al océano Pacífico.