L D (EFE) El jefe del Instituto Penal Penitenciario añadió que no se trataba de un motín de presos en demanda de mejoras a su condición carcelaria, sino de "un conflicto de intereses" entre reclusos de diversos pabellones por el control interno de la cárcel.
Señaló que se trata de mafias que se disputan la venta de alimentos, el control del tráfico de alcohol y la asignación de mejores celdas a cambio de dinero. Además, indicó que, por su dimensión y el hacinamiento existente en una prisión con una población penal de alrededor de 8.300 reclusos, es imposible el manejo y control de los presos.
Pedraza admitió que la posesión de armas de fuego por los reclusos es una realidad desde hace mucho tiempo y es posible por la negligencia o la corrupción de los encargados del controlar el recinto, la policía.