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Corea del Norte exige a EEUU garantías de no agresión para renunciar a su programa nuclear

El régimen de Corea del Norte podría abandonar su programa nuclear y ofrecer pruebas de ello si se “estableciera jurídicamente” un pacto de no agresión por parte de EEUU. Incluso, Pyongyang permitiría inspecciones internacionales a sus centrales nucleares, según ha trascendido en la cumbre multilateral que se celebra en Pekín.

LD (Agencias) Corea del Norte no admitirá inspecciones de sus instalaciones nucleares mientras no reciba garantías de seguridad por parte de Washington, según el viceministro ruso de Exteriores, Alexander Losiukov, citado por la agencia rusa de noticias Itar-Tass desde Pekín, donde se celebran las conversaciones multilaterales sobre el programa nuclear norcoreano. En sus declaraciones afirmó que el régimen comunista “admite que podría renunciar a su programa nuclear si se estableciera jurídicamente, de una manera o de otra, la imposibilidad de una agresión procedente de EEUU”.

En ese caso, el viceministro ruso agregó, Corea del Norte comprende “que hará falta probar con actos la liquidación de su programa nuclear y que serán necesarias inspecciones” pero, en todo caso, “no aceptará ninguna inspección mientras la amenaza americana no queda neutralizada con certidumbre”. Losiukov se expresó así tras la primera sesión de conversaciones multilaterales entre EEUU, Corea del Norte, Corea del Sur, Japón, China y Rusia sobre el programa nuclear norcoreano.

China y Rusia, dos de los pocos aliados que aún tiene Corea del Norte, han pedido en la sesión algún tipo de garantía para Pyongyang por parte de Washington quien tiene estacionados 37.000 soldados en la franja desmilitarizada que separa a los dos Coreas desde el armisticio firmado en 1953. Por su parte, Corea del Sur quiere solucionar la crisis en la península para reanudar los intercambios comerciales y proseguir con la política de "paz y prosperidad" lidereada por el presidente Roh Moo-Hyun, cuyo objetivo es la reunificación.

La crisis nuclear norcoreana estalló en octubre de 2002, cuando el Gobierno de Corea del Norte reconoció, precisamente en una visita de James Kelly a Pyongyang, que estaba llevando a cabo un programa de desarrollo de tecnología nuclear. Washington respondió con la interrupción del suministro de petróleo a Corea del Norte, en noviembre, y Pyongyang continuó la escalada de la tensión con la expulsión de los inspectores internacionales de armas nucleares y la retirada en abril del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Pyongyang ha alegado en estos diez meses que el desarrollo de energía nuclear sólo responde a la falta de suministro energético en el empobrecido país, y asegura que no va a fabricar armas nucleares. Sin embargo, Washington considera a Corea del Norte una amenaza mayor incluso de la que representaba Irak, pues el régimen estalinista podría disponer de cinco o seis bombas atómicas en unos meses y almacena entre 2.500 y 5.000 toneladas de armas químicas, según los servicios de espionaje de EEUU. Esas armas apuntan, a decir de los análisis más pesimistas, a los países vecinos en el noreste de Asia, una de las áreas más pobladas del mundo.

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