LD (Agencias) Un vuelo de la compañía "British Airways" trasladada a los quince marinos británicos que permanecieron retenidos por Irán durante trece días. El aparato despegó del aeropuerto internacional de Merabad (Teherán) hacia las siete de la mañana de este jueves, hora peninsular española.
Los militares llegaron a la terminal aérea en un vehículo escoltado por la Policía y fueron trasladados a una sala especial a la que sólo han tenido acceso periodistas locales. En declaraciones a la agencia oficial IRNA, Faye Turner, la única mujer entre los detenidos, dijo que los iraníes les habían "tratado bien" durante su cautiverio y de una "manera humana". Tras mostrarse feliz de poder ver de nuevo a su hija y a su familia, dijo que "estoy agradecida al Gobierno iraní por haberme liberado y me gustaría regresar al país como turista en otras circunstancias. Viendo las montañas y los paisajes de Irán, he comprendido que es un bonito país y voy a intentar volver".
Otro de los militares, Felix Carmen, que también había sido exhibido en la televisión iraní durante el cautiverio, dijo que estaba tan "contento" que no había "podido dormir en toda la noche". Otros de sus compañeros comentó a la televisión estatal que "diré en Londres lo mismo que en Irán, la verdad es que nos han tratado muy bien".
También el marino Thomas Summers, que reconoció en una entrevista en días pasados que habían entrado ilegalmente en aguas iraníes cuando fueron detenidos, se mostró agradecido por su liberación y por la "hospitalidad iraní", según IRNA.
En el pabellón oficial se encontraban el embajador del Reino Unido en Teherán, Geoffrey Adams, y otros diplomáticos británicos. En un breve acto de despedida, el director para el Oeste de Europa del Ministerio iraní de Exteriores, Mayid Ghahremani, ofreció a los marinos regalos de parte del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, y de los Guardianes de la Revolución, las fuerzas que les habían detenido.
Ahmadineyad anunció el miércoles la liberación de los marinos detenidos como "un regalo al pueblo británico", pese a que su país tenía "todo el derecho para juzgarlos", y les despidió posteriormente en una breve ceremonia en el palacio presidencial en la que incluso bromeó con algunos ellos. Los quince militares posaron unos instantes para las cámaras en los jardines del palacio, sonrientes y vestidos de civil.