(Libertad Digital) El descontento entre las fuerzas armadas venezolanas por la radicalización de la "revolución bolivariana" que impulsa el presidente Hugo Chávez, tiene su mayor escenario en los baños de las guarniciones militares. En un amplio reportaje publicado por el periódico El Nuevo Herald (Miami, EEUU), varias fuentes castrenses confirman que entre la tropa y mandos medios está creciendo la indisciplina y la resistencia para cumplir las órdenes presidenciales.
Citando a Aníbal Romero, politólogo de la Universidad Metropolitana de Caracas , profesor durante más de dos décadas en el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (donde se forma la mayor parte de la oficialidad venezolana) y profesor invitado del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami, la inconformidad entre las filas castrenses es tal que los "las fuerzas cubanas de seguridad están poniendo cámaras en los baños". En Fuerte Tiuna, considerada el mayor cuartel del país, circulan panfletos críticos con el régimen "chavista".
Desde el anonimato, un coronel en activo, "comandante de una importante guarnición militar", ha dicho al Nuevo Herald que entre los oficiales subalternos (capitanes, tenientes y subtenientes) ha ido creciendo. Argumentó que "es una indisciplina que surge cuando ven el estilo de vida de carros lujosos y grandes casas de los generales, pese a que sólo ganan 2.7 millones de bolívares (848 euros) mensuales. Se dan cuenta de que hay una corrupción descarada".
Rebelión silenciosa
Las críticas han aumentado desde que el general en retiro y ex ministro de Defensa, Raúl Baduel, lanzó contra las reformas constitucionales que impulsa Chávez. Sin embargo, indican las fuentes al diario, las afirmaciones de Baduel es "sólo una de las aristas" del creciente malestar en las filas castrenses. Según Romero, los temas de reforma que más incomodan a los militares son "la reelección indefinida (sólo para el presidente), los ataques a la propiedad privada y la posible confederación con Cuba". Esos, dijo, son los "tres puntos neurálgicos para los militares venezolanos, porque los oficiales venezolanos no son comunistas".
Una de las últimas manifestaciones más reveladoras de la inconformidad militar hacia Chávez fue la "rebelión silenciosa" de "unos cinco mil cabos, que tienen influencia sobre un contingente de veinte mil hombres armados". Esos mandos, miembros de la Guardia Nacional (Policía militarizada y cuarta rama de las fuerzas armadas), protestaron porque en la reforma constitucional el presidente proponía distribuir a sus miembros entre otros órganos. La decisión eliminaba prácticamente a ese cuerpo castrense con más de setenta años de antigüedad.
La intensidad del descontento obligó a que el general Fredys Alonzo Carrión, comandante de la Guardia Nacional realizara una gira para explicar la reforma. Pero, los enérgicos reproches a Alonzo tuvieron que ser trasladados al ministro de Defensa, el general Gustavo Rangel. Dos fuentes separadas indicaron al Nuevo Herald que Rangel habló con Chávez y "esté se retractó de su intención de eliminar la Guardia".