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China y Corea del Sur protestan por la visita de Koizumi al santuario emblema del militarismo japonés

El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, desoyó todas las críticas nacionales e internacionales y visitó el controvertido santuario de Yasukuni, emblema del ultranacionalismo militarista nipón. En el templo se honra a 2,5 millones de japoneses caídos en la Segunda Guerra Mundial y a catorce criminales de guerra responsables de brutalidades por el Ejército nipón en Asia. La presencia de Koizumi causó una aireada protesta de China y Corea del Sur. Los ministerios de Exteriores de ambos países han llamado a consultas a los embajadores japoneses.

El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, desoyó todas las críticas nacionales e internacionales y visitó el controvertido santuario de Yasukuni, emblema del ultranacionalismo militarista nipón. En el templo se honra a 2,5 millones de japoneses caídos en la Segunda Guerra Mundial y a catorce criminales de guerra responsables de brutalidades por el Ejército nipón en Asia. La presencia de Koizumi causó una aireada protesta de China y Corea del Sur. Los ministerios de Exteriores de ambos países han llamado a consultas a los embajadores japoneses.
LD (EFE) Aprovechando el 61 aniversario de la rendición de Japón en la segunda Guerra Mundial, el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, visitó el polémico santuario de Yasukuni en Tokio donde se honra a 2,5 millones de japoneses caídos en combate y a catorce criminales de guerra responsables de las brutalidades cometidas por el Ejército imperial nipón en Asia en la primera mitad del siglo XX.
 
Vestido de frac, descalzo y precedido por un sacerdote sintoísta, Koizumi accedió al interior del santuario y realizó la más polémica de sus visitas a Yasukuni, debido a lo significativo de la fecha elegida y a las fuertes críticas desatadas en los últimos días dentro y fuera de Japón.
 
Tanto Corea del Sur como China, dos de los países que más sufrieron antes y durante la II Guerra Mundial el expansionismo militarista nipón, habían advertido de que una nueva visita del primer ministro japonés a Yasukuni agravaría las ya difíciles relaciones con Tokio. Sus ministerios de Exteriores han llamado a consultas a los embajadores nipones para protestar por el acto. Los gobiernos de Seúl y Pekín consideran que el templo es el símbolo del militarismo que llevó a Japón a invadir buena parte del este de Asia en los años anteriores a la contienda mundial y que las visitas de Koizumi suponen un respaldo implícito a las arbitrariedades y atrocidades cometidas en esos tiempos y durante la guerra.
 
Pese a todo, Koizumi cumplió la promesa que hizo al asumir su mandato en abril de 2001 de visitar Yasukuni un quince de agosto, cuando se conmemora el fin de la II Guerra Mundial en el Pacífico. Esa visita, la sexta que hace desde que es primer ministro puede ser la última que efectúa como primer ministro, pues está previsto que abandone este puesto y el de presidente del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) el próximo mes de septiembre.
 
Fundado en 1869, Yasukuni está asociado al antiguo compromiso de dar la vida en combate por el emperador. Sin embargo, recientemente se supo que el anterior emperador, Hirohito, quien estaba al frente del Trono del Crisantemo durante la II Guerra Mundial y protagonizó la rendición nipona ante EEUU, manifestó al concluir ese conflicto sus recelos sobre las visitas al templo por parte de las autoridades niponas. Las críticas a esas visitas aumentaron después de que en 1978 se incluyera entre las personas allá veneradas a catorce criminales de guerra de clase A, entre ellos el que fuera primer ministro de Japón durante la II Guerra Mundial, Hideki Tojo, ejecutado por crímenes de guerra.

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