Los informes al que han tenido acceso el diario El Heraldo señalan que el plan de estos grupos estaría bloquear los accesos a la capital como el aeropuerto Toncontín o las carreteras principales, además de atacar edificios públicos. Incluso sus acciones podrían tener como objetivos medios de comunicación. Ya hace unos días, muchas voces señalaron que los enfrentamientos ocurridos cuando el avión venezolano con Zelaya a bordo violó el espacio aéreo, fueron provocados. Ese día, la orden era intentar invadir la pista de aterrizaje para despajar a los militares.
Al frente de estos movimientos chavistas, siempre según el diario hondureño, estaría un capitán naval de Chávez. Los datos apuntan a que el llamamiento a la insurrección realizado por Zelaya este miércoles formaría parte del plan, aunque también se asegura de que éste incluso podría desconocer el verdadero plan diseñado desde Caracas.
Ya algunos seguidores del depuesto presidente han ordenado la ocupación de "puntos estratégicos" en Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras localidades del país y a tomar las fronteras terrestres. Israel Salinas, de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras (CUTH), ya ha señalado que esta medida de presión "tiene que estar combinada con la acción absoluta y total de todos los trabajadores". "Habrá tomas de edificios, de carreteras y no trabajará nadie", sostuvo.
Según las información, los grupos estarían también compuestos por pandilleros –muy numerosos y activos en Centroamérica– que recibirían entre 300 y 500 lempiras, es decir entre 11 y 18 euros. Su "trabajo" sería provocar a las Fuerzas de Seguridad hondureñas para que éstos reaccionen para restablecer el orden. Algo muy parecido ocurrió en el mencionado episodio de violencia en el aeropuerto de Tegucigalpa.
El plan de Chávez incluiría el intento de hacer entrar al país a Zelaya custodiado por grupos armados a través de una zona inhóspita como La Mosquitia, una región donde la Policía no tiene el total control, en el que el narcotráfico es activo y que es fronteriza con Nicaragua, uno de los países cuyo presidente Daniel Ortega también forma parte del Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que tan activamente ha intentado la restitución de Zelaya junto a la OEA y al sandinista Manuel d'Escoto, presidente de la Asamblea General de la ONU.