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Catorce europeos son liberados tras cinco meses de secuestro en manos de terroristas argelinos

Cinco meses de cautiverio concluyeron este domingo en Mali para los catorce turistas europeos que mantenía secuestrados la banda terrorista argelina del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC). Estos fueron secuestrados entre mediados de febrero y fines de marzo junto con otros 18 turistas cuando viajaban por el Sahara argelino.

L D (EFE) Al término de intensas negociaciones, en las que estaba en juego un rescate de 60 millones de euros, el comando de secuestradores aceptó liberar a sus rehenes, según informaron fuentes locales en la localidad maliense de Kidal. La televisión alemana y los servicios de seguridad argelinos dieron por anticipado la liberación, aunque ésta no recibió confirmación por parte de los gobiernos alemán y suizo, en acorde con la consigna de discreción mantenida desde el primer momento.

Treinta y dos turistas europeos fueron secuestrados entre mediados de febrero y fines de marzo cuando transitaban con sus vehículos todo terreno por el Sahara argelino entre las localidades de Uargla y Djanet. Diecisiete de ellos pudieron ser liberados a mediados de mayo pasado en una audaz operación de rescate llevada a cabo por el Ejército argelino en la región de Tamanrasset, a unos 1.900 kms. al sur de la capital argelina. Los otros quince quedaron cautivos en grutas naturales del macizo montañoso de Tamerlik, en la región de Illizi, y estuvieron a punto de ser asesinados por sus secuestradores, según afirmaron éstos en un mensaje transmitido a través de un nómada.

En junio pasado, la alemana Mikaela Spitzer falleció a causa de las privaciones sufridas y el intenso calor que tuvo que soportar, y fue enterrada bajo las arenas del desierto. El grupo formado por los catorce turistas restantes –nueve alemanes, cuatro suizos y un holandés– fue conducido ese mes por sus secuestradores al norte de Mali, atravesando la frontera sin ser interceptados.

La decisión de permitirles salir de sus refugios en Illizi fue adoptada por Argelia después de que Berlín y Berna exigieran que no se pusiera en riesgo la vida de sus ciudadanos, en caso de un eventual asalto militar. En Mali, los contactos con el comando terrorista fueron hechos por emisarios tuaregs a petición de las autoridades de Bamako y con el consentimiento de Alemania y Suiza. El jefe del comando terrorista, Abderrazac Amari, conocido por su nombre de guerra de "El Paracaidista", fue identificado como un antiguo suboficial del Ejército argelino que se alistó con el grupo salafista en 1998. Este individuo es uno de los lugartenientes del cabecilla principal del GSPC, Hasán Hatab, a su vez afiliado a la organización terrorista Al-Qaeda.

Por parte alemana, el seguimiento del secuestro recayó en el secretario de Estado de la Cancillería de Berlin, Juerguen Chrobob, que llegó a Bamako en un avión oficial para repatriar a sus compatriotas y a los otros rehenes. En la localidad maliense de Gao se encuentra otro avión militar para trasladar a Bamako a los turistas, según pudieron confirmar los enviados de la prensa occidental llegados a la región. En Bamako, el ministro maliense de Asuntos Exteriores, Lansana Traoré declaró esta noche que para no poner en riesgo la vida de los turistas no se podía confirmar que habían sido liberados.

La última exigencia de los secuestradores consiste en que se les permita salir de la zona, ya que temen ataques de fuerzas militares argelinas estacionadas cerca de la frontera. En Argel, fuentes de la seguridad confirmaron que una unidad de paracaidistas y dos helicópteros se encuentran cerca de la frontera con Mali y dijeron que, si los terroristas tratan de penetrar de nuevo en el territorio argelino, serán perseguidos.

Este largo secuestro supone para Argelia un balance negativo en la medida en que se teme también que influya en el turismo sahariano, que constituye una de las principales fuentes de riqueza para las poblaciones saharianas. Además, las Fuerzas Armadas argelinas, que en un momento se declararon "humilladas" por no haber podido intervenir en Illizi, aceptaron la presión política temiendo que las repercusiones del secuestro sean desfavorables para la lucha contra el terrorismo.

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