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Catarata de críticas a la decisión tunecina de suspender la Cumbre de la Liga Árabe

Túnez ha lamentado la suspensión de la Cumbre Árabe, que debía haber comenzado este lunes en la capital del país, pero ha insistido en que tomó dicha decisión por la negativa de varios Estados a aceptar sus proposiciones sobre la democratización y la lucha contra el terrorismo.

L D (EFE) Un "portavoz autorizado" de la Cancillería tunecina, según el término empleado por la agencia oficial de prensa del país, declaró que fue el proyecto de reformas sociales y el relacionado con la organización interna de la Liga Árabe las cuestiones que provocaron las divergencias.

"La cuestión iraquí, Israel y el problema palestino no crearon fricciones en el Consejo Ministerial, pero no sucedió lo mismo al tratarse cuestiones tan fundamentales como el terrorismo y la democracia", destacó el citado portavoz.

Las banderas de los miembros de la Liga Árabe (22 Estados y Palestina) fueron arriadas en la noche del domingo de las calles y plazas tunecinas, y se levantaron las fuertes medidas de seguridad que se habían tomado para proteger la sede de la Cumbre.

 
Ponen en duda las razones esgrimidas por Túnez para la suspensión

Los argumentos ofrecidos por Túnez para justificar su decisión, sin precedentes en la historia de la organización, no han convencido por completo ni a los ministros árabes, que ya abandonaron la capital, ni a los medios diplomáticos occidentales.

La delegación marroquí, una de las últimas en irse, dijo que "sin duda los tunecinos tendrían sus razones", dando a entender que las dadas a conocer públicamente no eran del todo satisfactorias.

Para un miembro de la delegación argelina consultado por la agencia EFE, resulta "irreal" que Túnez creyera que no se iban a producir fricciones en los debates del Consejo Ministerial, por lo que la decisión de anunciar el fracaso de la Cumbre debe tener más razones que las hechas públicas.

El presidente tunecino, Ben Alí, se habría sentido defraudado por las ausencias del príncipe heredero de Arabia Saudí y del rey de Bahrein, pero éstos no eran motivos para provocar una decisión calificada por varios delegados de "escandalosa", según el citado representante argelino.

 
Mubarak, furioso con Ben Alí

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, fue el primero en disparar un cañonazo político contra Ben Alí, al afirmar ante la televisión de su país que éste debió de haber consultado con sus colegas antes de tomar una decisión tan importante.

"He sido el primer sorprendido, porque no me imaginaba que una cumbre pudiera ser simplemente anulada sin consultar a nadie. No hay razón para que una parte imponga su decisión de forma unilateral", declaró Mubarak, visiblemente enojado.

Egipto no se opondrá a que la Cumbre vuelva a Túnez si así lo acepta una mayoría de miembros de la Liga, pero por el momento no hay indicios de que esto sea factible, en tanto que se mantiene la posibilidad de celebrarla en El Cairo a mediados de abril.

La prensa árabe coincide en que, detrás de la suspensión, está la incapacidad probada de los gobernantes árabes de ponerse de acuerdo sobre asuntos que comprometen su futuro personal y el de sus poblaciones. Así, los diarios de Jordania ven en lo ocurrido "el fin de la Liga Arabe", y añaden, sarcásticos, que si la Cumbre se celebrase en El Cairo, serviría "para embalsamar el cadáver de la organización de una manera faraónica". Por su parte, los medios de comunicación kuwaitíes creen que hubo un complot y acusan a Túnez de "haberse rendido a las presiones de los Estados Unidos.

La labor de síntesis de las diferentes proposiciones hechas ante el Consejo Ministerial, que correspondía al secretario general de la Liga, Amro Musa, nunca pudo llevarse a cabo, dada la aparición de numerosos obstáculos, según reveló la delegación jordana.

Egipto y Jordania estuvieron tirando de la cuerda por un lado, mientras Siria, los palestinos y el Líbano lo hacían por el suyo, sin ponerse de acuerdo sobre una posición consensuada sobre las reformas que necesita la organización.

Otro fracaso de los gobernantes árabes

Los gobernantes árabes coinciden en que no se pueden reformar sus sociedades sin tener en cuenta los cambios ocurridos en el mundo, pero al mismo tiempo exigen que no se dejen de lado sus valores y tradiciones locales. De ahí que el proyecto estadounidense de crear un "Gran Oriente Medio" democrático fuese recibido con fuertes críticas, pues se consideraba poco menos que un caballo de Troya para desestabilizar los regímenes árabes.

Por no tener frontera con la "línea del frente", Túnez es más proclive que otros países a apoyar la propuesta norteamericana y a defender un pacto de concordia y solidaridad árabes que, como se ha demostrado, sigue sin salir de los cajones. 

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