(Libertad Digital) En su discurso, pronunciado en la Universidad de la Defensa Nacional ubicada en Fort McNair, en Washington, Bush hizo un llamamiento a la comunidad internacional para perseverar en la lucha contra las armas de destrucción masiva.
Bush inició sus palabras (discurso íntegro, inglés) recordando que los atentados del 11 de septiembre de 2001 demostraron que EEUU debe estar preparado para luchar contra terroristas dispuestos a usar todo tipo de armas, motivo por el cual debe disponer de la mejor información de inteligencia y de sistemas defensivos modernos, argumentó.
Sadam desafió al mundo durante 12 años
Según Bush, con los atentados del 11-S "vimos cómo una red sin patria podía infligir un gran daño a nuestro país. Asesinos armados apenas con navajas, gas de defensa personal y 19 boletos de avión", dijo para resaltar que los terroristas aparentemente parecían inofensivos. Aquellos ataques, añadió el presidente, "hicieron surgir la posibilidad de peligros aún peores, de otras armas en manos de otros hombres".
Con respecto a las armas prohibidas del régimen de Sadam Husein, Bush argumentó que "el ex dictador de Irak tuvo y usó armas de destrucción masiva contra su propio pueblo". "Durante doce años –añadió– desafió la voluntad de la comunidad internacional" y, pese a las reiteradas peticiones de la ONU, "se negó a desarmarse o a rendir cuentas de sus armas y programas ilegales". Según Bush, Sadam "dudó de nuestra decisión para cumplir nuestra palabra y ahora está en una celda mientras su país avanza hacia un futuro democrático".
"Naciones renegadas" y "agentes" del mercado negro
En este contexto, Bush argumentó que "la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad hoy en día es la posibilidad de un ataque repentino y secreto con armas químicas, o biológicas o radiológicas o nucleares". El presidente de EEUU afirmó que la base de esta amenaza para la humanidad se encuentra actualmente en dos fuentes de proliferación de armas prohibidas: las "naciones renegadas" y los "agentes" del mercado negro, motivados por la "avaricia, el fanatismo o ambas cosas", dijo.
En su intervención, Bush propuso limitar el número de países autorizados a producir combustible nuclear y sugirió que habrá ayudas para los países que renuncien a ellas voluntariamente. "Estas terribles armas –dijo Bush– son ahora fáciles de fabricar, esconder y transportar. Pequeños grupos fanáticos o Estados corruptos armados con armas biológicas a nucleares pueden tener el poder de amenazar a grandes países", subrayó.
Bush detalló que, gracias a la información de los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos, la comunidad internacional se ha librado ya de la amenaza que suponía el régimen de Libia, aunque advirtió que tanto Irán como Corea del Norte siguen siendo un peligro, porque no basta con que hayan reconocido su capacidad para producir armas prohibidas, sino que la comunidad internacional tiene que hacer un esfuerzo para lograr que estas naciones abandonen cuanto antes sus programas nucleares.
El caso de Pakistán, un ejemplo clarísimo
Al defender sus argumentos, Bush también mencionó cómo los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses supieron de la existencia de un mercado negro nuclear controlado por el científico paquistaní Abdul Qader Khan, padre de la bomba nuclear de Pakistán. Gracias al arriesgado trabajo de los servicios secretos, que Bush valoró enfáticamente, EEUU y el Reino Unido consiguieron revelar que la red de Khan vendió secretos de su Gobierno a Irán, Libia y Corea del Norte.
Bush explicó detalladamente la investigación de los servicios secretos, que llegaron a averiguar cómo Khan proporcionó planos, maquinaria y material a los llamados "países renegados" y cómo se financió la operación, por la que la red de funcionarios paquistaníes obtuvieron beneficios tales que les permitieron llevar una "vida de lujo", dijo Bush, a pesar de recibir un modesto "salario" de las arcas públicas de su país.