LD (EFE) El presidente de EEUU, George Bush, instó al Congreso a que abandone la politiquería e impulse la austeridad fiscal y la concordia en las prioridades nacionales. Después de reunirse con miembros de su gabinete, Bush dijo en una declaración desde la rosaleda de la Casa Blanca que en los próximos días enviará una lista con sus prioridades presupuestarias. El objetivo es eliminar programas o proyectos de lujo o superfluos que impiden sanear las finanzas del país.
Este jueves y por primera vez desde 1994, los opositores a Bush, el Partido Demócrata, controlará ambas cámaras del Congreso tras su triunfo electoral del pasado siete de noviembre y han dejado claro que, aunque en los primeros días sus iniciativas serán de carácter nacional, una de sus prioridades será revisar la estrategia estadounidense en Irak, el asunto que más discordia generó en la 109 legislatura.
De hecho, para la próxima semana se espera una audiencia del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado sobre Irak, en la que se convocará al nuevo secretario de Defensa, Robert Gates. Más adelante, los demócratas han prometido también volver al tema de la reforma migratoria, otro asunto que profundizó las fisuras entre ambos partidos y que quedó estancado en el Congreso.
Advertencia a los demócratas
Ante ese panorama, Bush insistió en que "es hora de dejar de lado la politiquería y centrarse en el futuro". Aseguró que aunque el Congreso ha cambiado de rostro pero "no así nuestras obligaciones con el país". Sobre sus prioridades presupuestarias, explicó que el hilo conductor de ese temario estará dominado por la necesidad de fomentar la austeridad fiscal. Como meta se ha fijado el equilibrio del presupuesto fiscal en un plazo de cinco años. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit para el año fiscal en curso alcanzará los 286.000 millones de dólares.
El equilibrio del presupuesto no será tarea fácil, en momentos en que EEUU gasta alrededor de diez mil millones de dólares al mes en las campañas militares en Irak y Afganistán. Esa suma supera con creces los 61.000 millones de dólares anuales que el país gastó en Vietnam entre 1964 y 1972, pero la Casa Blanca la considera necesaria para impulsar el proceso de reconstrucción y democratización del país árabe.