L D (EFE) Bush volvió a defender –en el discurso que pronunció ante la Academia de la Fuerza Aérea en Colorado Springs (Colorado)– los planes de su Administración para el Gran Oriente Medio, que serán expuestos al G-8 la durante la cumbre de Sea Island (EEUU), que se celebrará la próxima semana y a la que acudirán como observadores los dirigentes de Afganistán, Argelia, Bahrein, Jordania, Turquía y Yemen. Egipto, Túnez y Arabia Saudí han rechazado la invitación.
El inquilino de la Casa Blanca cree que la modernización y democratización de la zona es imprescindible para “debilitar el terrorismo y sus fuentes”; de ahí la importancia de que las cosas salgan bien en Irak: “Luchamos contra enemigos que buscan que nos retiremos y abandonemos Irak en manos de la tiranía, para que puedan proclamar una victoria ideológica sobre EEUU y (volcar) la violencia directamente sobre EEUU y nuestros amigos”.
Buena parte de su intervención estuvo dedicada a la campaña contra el terrorismo lanzada tras los atentados del 11-S. ”Como en la II Guerra Mundial, el presente conflicto comenzó con un ataque despiadado y por sorpresa contra EEUU”, declaró, en referencia al bombardeo japonés sobre Pearl Harbour (Hawai), perpetrado en diciembre de 1941.
Por lo que hace a las intervenciones en Irak y Afganistán, Bush las justificó en los siguientes términos: “Los regímenes (baasista y talibán) aprendieron que dar apoyo a los terroristas tiene costos enormes”.
Asimismo, dijo que el martes había mantenido una conversación telefónica con Iyad Alawi –primer ministro del Gobierno provisional iraquí que se hará cargo del país a partir del 30 de junio–, durante la cual éste reconoció “el sacrificio de los estadounidenses que dieron su vida por Irak”.