LD (EFE) El Gobierno del primer ministro Tony Blair está decidido a llevar a cabo su plan de renovación de la fuerza de disuasión nuclear, basada en los misiles "Trident". El proyecto cuenta con la oposición de uno de cada cuatro parlamentarios del Partido Laborista, según un sondeo publicado por el periódico The Independent.
Muchos creen, sin embargo, que el anuncio de esa reducción no tranquilizará al sector más crítico de los laboristas y de otros partidos, que consideran prematura e incluso contraproducente una decisión al respecto. Según éstos, con el fin de la Guerra Fría no existe ya la amenaza inmediata de un ataque nuclear por parte de Rusia, por lo que no se necesita ya una fuerza de disuasión.
La proyectada renovación del arsenal nuclear viola además, argumentan los críticos, entre los que está el primado de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams, la obligación de desarme que impone el Tratado de No Proliferación Nuclear a las potencias atómicas como Gran Bretaña. Pero, el Gobierno replica, por su parte, que es imposible predecir a qué tipo de amenazas habrá que hacer frente dentro de veinte o treinta años en vista de que hay nuevos países como Irán que tratan de ingresar en el club nuclear, por lo que sería irresponsable abandonar el programa "Trident".
De acuerdo con este punto de vista, es preciso tomar una decisión ya que los cuatro submarinos nucleares de la clase Vanguard que llevan los misiles se aproximarán al final de su vida útil hacia el año 2019, y se tardará seguramente catorce años en diseñar y construir los que puedan reemplazarlos. Además de los submarinos, Gran Bretaña tiene que renovar sus misiles "Trident II D5", fabricados en EEUU.