LD (Agencias) Con un chaleco y gorra militar, seis años y medio después de ser secuestrada por los terroristas de las FARC en una carretera del departamento de Caquetá, la ex candidata a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt, se abrazó emocionada a su madre, Yolanda Pulecio, que le esperaba al pie de la escalerilla del avión que, junto a otros compañeros en desgracia, le traslado de la selvática localidad de Tolemaida, en la zona de Guaviare y Vaupés, a la base militar de Catam, en Bogotá.
Unas horas antes había sido rescatada junto a otros catorce rehenes (tres estadounidense y once miembros de las fuerzas de seguridad) por militares de élite del Ejército colombiano a través de la "Operación Jaque". Lograron infiltrarse hasta el mismo "corazón" de las terroristas FARC. Antes de su llegada a la capital colombiana, Betancourt, secuestrada desde el 23 de febrero de 2002 cuando fue interceptada en una carretera del departamento sureño de Caquetá, hizo sus primeras declaraciones a la emisora de las Fuerzas Armadas de su país. Su liberación, destacó, "es una señal de paz para Colombia. Nos están demostrando que la paz sí es posible".
Operación perfecta
En su mensaje, transmitido en cadena nacional a todo el país, la ex candidata a la presidencia agradeció al Ejército y a todos los países que han intercedido para lograr su puesta en libertad, en especial al presidente francés, Nicolas Sarkozy, a quien visitará el jueves. Ya en la base militar de Bogotá, un poco más tranquila, encabezó una multitudinaria conferencia de prensa. Betancourt volvió a dar "gracias al Ejército mío, de mi patria Colombia, gracias por la impecable operación (de rescate), la operación fue perfecta".
A una pregunta de un periodista, Betancourt respondió: "Y si sigo con la ilusión de servir a Colombia desde la Presidencia, sólo Dios sabe. En este momento sólo quiero sentirme un soldado más de Colombia, al servicio de la patria". Apuntó que "si me pregunta si yo hubiera querido ser presidente, a Dios gracias no, y fue (Álvaro) Uribe, y él hizo un trabajo que se tenía que hacer en Colombia, como la desmilitarización de los paramilitares".
Betancourt señaló que "a partir del momento en que se prolongó el mandato (reelección) del presidente Uribe, las FARC cambiaron porque no hubo respiro". Para ella la reelección del actual mandatario, que empezó un segundo mandato consecutivo de cuatro años en 2006 tras una reforma constitucional, "es uno de los golpes más duros" que se le han dado a esa organización terrorista. "Pienso que las FARC habían apostado durante muchos años a que cada cambio de Gobierno tenían un respiro. Por el efecto del péndulo, después de un Gobierno de mano dura, venía por lo general un Gobierno de mano tendida, y eso les permitía mantenerse vigentes operativa y militarmente", añadió.
Gracias a Dios
Antes que ella, sus once compañeros de secuestro –los tres estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves fueron inmediatamente trasladados a su país– pasaban ante el micrófono mostrando una entereza a pesar de que varios llevaban más de diez años retenidos. Todos daban una breve reseña de la operación que les devuelve la libertad, dan gracias a las fuerzas de seguridad, al Gobierno y dicen poco de lo que será su nueva vida. Las tímidas palabras son correspondidas por aplausos.
Llega su turno: "Vamos a ver si me sale la voz porque estoy muy emocionada... Acompáñenme primero a dar gracias a Dios, a la Virgen. Mucho me imaginé este momento con mi mamita... no más llanto. A Dios primero; segundo, a todos ustedes que me acompañaron en mis oraciones, que pensaron en mí, que me tuvieron en sus oraciones..".
Describió, en seguida, cómo fue su último día de cautiverio, el mismo que comenzó con el rezo de rosario a las cuatro de la mañana y siguió con el traslado al helicóptero. Recuerda que al abordar esposada sufrió la enésima desilusión porque pensaba que la presencia de varios aparatos respondía a la presencia de una "comisión internacional" que los pondría en libertad. Pero, "de pronto, algo sucedió. Vi tendido en el suelo y vendado al comandante que durante tanto tiempo estuvo a cargo de nosotros, que tan cruel, humillante y tan déspota fue, y sentí mucha lástima. De golpe, gritaron: `Somos el Ejército nacional. Ustedes están libres´. Empezamos a festejarlo, el helicóptero casi se cae..."