LD (EFE) Al menos diez personas murieron en la madrugada de este viernes en una serie coordinada de ataques a autobuses y puestos de policía en Río de Janeiro, que fuentes oficiales atribuyeron a grupos de narcotraficantes.
En el ataque más grave, por lo menos seis pasajeros de un autobús murieron carbonizados luego de que una banda de pistoleros los asaltara y prendiera fuego al vehículo. Cerca de ocho puestos de la Policía fueron tiroteados y atacados con granadas en barrios distantes de la ciudad, en hechos que dejaron dos policías, dos civiles y dos delincuentes muertos.
La ofensiva de terror han sido atribuida por las autoridades a una reacción de los narcotraficantes a la expansión de los grupos paramilitares, supuestamente integrados por policías y que ya habrían desalojado a los vendedoras de drogas de unas ochenta favelas de la ciudad.
Según versiones de prensa, los ataques habrían sido ordenados desde prisiones de Río de Janeiro por jefes de bandas de narcotraficantes que han visto su poder reducido ante el fortalecimiento de los grupos paramilitares. En carteles arrojados a la calle por los pistoleros, los atacantes acusaron a la gobernadora de Río de Janeiro, Rosinha Garotinho, de incentivar la creación de los grupos paramilitares.
Al menos cinco autobuses fueron quemados por los atacantes, entre ellos uno de transporte regional que había partido del estado de Espíritu Santo y se dirigía al estado de Sao Paulo con 28 pasajeros a bordo. El vehículo fue interceptado en la Avenida Brasil, una de las principales arterias de Río de Janeiro, por un grupo de pistoleros que, tras asaltar a los pasajeros, le prendió fuego al autobús.