ANÁLISIS: ¿Nicaragua, sandinista o liberal?
(Libertad Digital-Martín Zendrera) Muchas cosas han cambiado para mejor con la llegada de la democracia. La semana pasada el edificio del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), la que fuera la principal institución civil-democrática que se enfrentara a la dictadura del FSLN, fue rodeado por un grupo de manifestantes del Partido liberal Constitucionalista (PLC). Estos habían sido autorizados para partir de la sede del COSEP a otro punto de la ciudad. La manifestación nunca salió de allí. Recordando el asedio de los "marines" estadounidenses al dictador panameño Manuel Noriega refugiado en la Nunciatura, el COSEP fue sometido por varias horas a una ensordecedora batería de música popular nicaragüense.
Frente la sorpresa inicial, poco a poco se pasó a una cierto sentimiento de satisfacción –pese el dolor de cabeza... ¡Como han cambiado los tiempos! Se recordó como durante los ochenta sufrieron incansables manifestaciones “espontáneas” dirigidas por el régimen con el ánimo de amedrentarles. Manifestaciones de una violencia extrema. Pero ni eso ni el asesinato de dos de sus líderes –y mártires de la libertad-, el ingeniero Jorge Salazar y el doctor Arges Sequira –éste ya en los inicios de la democracia-, por el régimen sandinista, fueron suficientes para doblegar su espíritu de justicia y de lucha democrática.
La manifestación pacífica, autorizada, en protesta por el apoyo oficial del COSEP a la Alianza Liberal Nicaragüense-Partido Conservador (ALN-PC), de Eduardo Montealegre en detrimento del PLC, era en cierta medida un homenaje al éxito del COSEP en ayudar a traer la democracia al país. Ciertamente un cambio respecto a lo que estaban acostumbrados. Su responsabilidad e importancia en este nuevo siglo sigue siendo de crucial importancia. En un país donde la sociedad civil no tiene toda la fuerza que debería el COSEP sobresale como un foco de influencia para el progreso del comercio y del pueblo en general.
Desgraciadamente no todo son mejoras. Muchas cosas siguen mal y se refleja en grandes capas de pobreza. La democracia no ha podido generar el crecimiento económico necesario que de lugar a suplir la demanda de trabajo. Desde que los Sandinistas hundieran el país en la miseria política y económica durante la década de los ochenta, todavía no se han llegado a los niveles económicos de antes de la revolución. El pacto político entre el PLC y el FSLN ha imposibilitado llevar a término las reformas necesarias que generen la confianza suficiente para una verdadero despegue social y económico.
Pese los intentos del Sandinismo de intentar representar una opción moderada y de conciliación social nada parece haber cambiado. Tanto el FSLN como los sandinistas escindidos del MRS siguen siendo básicamente los mismos que mandaron durante los ochenta. No ha habido una renovación ni humana ni ideológica suficiente que les haga parecer al socialismo light europeo. Si rascas aparece el lobo, los principales cuadros de mando siguen igual.
El verdadero movimiento liberal ha sabido renacer del Pacto en la figura de Eduardo Montealegre y el ALN. A diferencia, el sandinismo no tiene que renacer, como parece ser en el caso del MRS y su muy articulado líder Edmundo Jarquín. El sandinismo tiene que morir y reencarnarse en una opción de valores puramente democráticos que no den lugar a posibles retrocesos en la economía de mercado, o en las libertades individuales.
Muestras de la todavía falta de hábitos democráticos, es que en la medida que nos vamos acercando al momento de las elecciones los juegos sucios empiezan a aflorar. A pesar que todo el sistema electoral esta diseñado para favorecer la victoria del FSLN de Daniel Ortega, los Sandinistas no quieren dejar nada fuera del tintero. Los sandinistas están utilizando todo tipo de triquiñuelas legales e ilegales para amedrentar y quitar el derecho de voto a la oposición y ganar las elecciones.
Daniel Ortega y todo su politburó saben que esta primera ronda electoral es su única y ultima oportunidad de recuperar el poder. En una segunda vuelta, Daniel sabe que no tiene oportunidad ninguna. La legitimidad moral y democrática de convertirse en presidente de la república con sólo el 35 por ciento de los votos es verdaderamente dudosa. No obstante así fue acordado por los entonces dos partidos únicos en la cámara de diputados nicaragüense: el FSLN y PLC de Arnaldo Alemán.
Si bien en un origen el Pacto se debió a un acuerdo entre los partidos para aligerar la carga ideológica y humana del sandinismo en las instituciones, pronto se vio que la verdadera razón que se avinieran a tal pacto fue por razones puramente personales. Arnaldo Alemán tiene sobre si el peligro de ir a la cárcel por robo masivo y Ortega por una doble violación: la de su hijastra –de forma continuada por años- y la de los derechos humanos de miles de sus conciudadanos (recordemos la “Navidad Roja” donde miles de "miskitos" fueron internados en campos de concentración, sometidos a torturas, exiliados y demás actos vejatorios).
El PLC de Alemán no tiene interés en ganar las elecciones, pero si de conseguir la suficiente representatividad como para convertirse en un partido bisagra que asegure la posición personal de su líder y mantenga en posiciones de responsabilidad a su gente. El “Pacto” con el FSLN cambio todo. Es lógico pensar que Alemán prefiere la victoria sandinista a la de sus “hermanos” escindidos del la ALN-PC.
Eduardo Montealegre, con una cada vez mas engrasada maquinaria electoral –a diferencia del PLC que empieza a chirriar- es el blanco de todos los ataques. En vísperas a la elecciones, la penúltima maniobra se concentra en el quitar la posibilidad de voto al ciudadano no-sandinista. Nicaragua no dispone de un documento nacional de identidad, así pues el ciudadano ha de ir a la oficina de Consejo Electoral de su municipio con su partida de nacimiento y recoger una cédula electoral que le permite poder votar el día de las elecciones.
El problema surge que a raíz del Pacto, el Consejo Electoral esta dividido entre sandinistas y seguidores del PLC, desde los puestos mas altos a los mas bajos. Las noticias que recibo sugieren que se están cometiendo todo tipo de abusos particularmente en las zonas rurales (la mayoría del país…). Los ciudadanos van a buscar sus cédulas y se les comunica que ya han sido entregadas. El PLC y el Frente en muchas ocasiones han recogidos las células de sus votantes….para entregarlas ellos personalmente. Esto es un proceso pseudo-legal que puede poner en jaque la legalidad de la votación.
Horas antes de las elecciones las alarmas se están disparando. Todavía es difícil calcular el nivel de fraude, pero lo que esta claro es que si no se cumplen las encuestas donde la ALN-PC se sitúa en segundo lugar a pocos puntos del FSLN, el fantasma del fraude explotará y puede amenazar seriamente la estabilidad política nacional. Los ochenta están demasiado cerca como para que las victimas del sandinismo acepten que este vuelva con la sospecha de utilizar medios fraudulentos.
En breve sabremos los resultados de las elecciones y sabremos si Nicaragua decide alistarse en la alianza de la ultra-izquierda “ahuyentacapital” liderada por Chávez, o caminar hacia un futuro más democrático- de progreso económico y social. Sea lo que sea, pero sea legal.
Martin Gurría es analista especializado en Economía y Relaciones Internacionales
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