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Ahmadineyad pone en problemas la filosofía de Obama

La victoria de Ahmadineyad en las elecciones pone a Obama en posición de tener que lidiar con un mandatario sospechoso de fraude electoral y capaz de ponerle en dificultades en temas como Afganistán, Irak y la proliferación nuclear. Eso es lo que afirma el director del New York Times, Bill Keller.

L D (EFE) Keller, que escribe un artículo analítico desde Teherán, señala que es imposible decir con certeza en qué medida la reelección de Ahmadineyad refleja la preferencia de un público iraní y en qué medida, como cree la oposición, es el veredicto de un régimen fundamentalmente autoritario.

Sea como sea, el director del Times indica que para aquellos que soñaban con un Irán más amable fue un día de un profundo desencanto, de esperanzas frustradas e ilusiones desinfladas tanto en las calles de Teherán como en los centros de poder de las capitales occidentales.

Los resultados de los comicios presidenciales del viernes dados a conocer el sábado muestran que Ahmadineyad se hizo con un 62,6 por ciento de los sufragios y su rival, el aperturista Mir Husein Musavi, logró el 34 por ciento de los votos.

Musavi, que se refirió a las elecciones como un "espectáculo mágico", denunció un fraude electoral generalizado, lo que propició que miles de sus seguidores se manifestasen en la principal avenida de Teherán para exigir que se repitiesen los comicios.

Esa situación, dice Keller, deja a Obama y a otros líderes occidentales ante una difícil tesitura.
El director del Times recuerda que tanto Obama como otros mandatarios contemplaban la posible mejora de las relaciones con Teherán como una forma de ayudar a resolver los problemas con Afganistán, Irak y la proliferación nuclear.

En lugar de eso, apunta Keller, "afrontan la perspectiva de tener que negociar con un hombre que, además de negar de forma acérrima el Holocausto, aparece ahora como sospechoso de unos comicios falsos".

El director del Times cree, por lo demás, que los resultados resultan "reconfortantes" para ciertos grupos en Israel y en algunas capitales occidentales, que temían que un presidente iraní más amistoso llevase al mundo a bajar la guardia frente a la amenaza nuclear que plantea Teherán.

Por lo demás, Keller se hace eco del debate en las calles y entre periodistas y académicos sobre los resultados de los comicios. Los periodistas y académicos trataban de dirimir por qué líderes religiosos, militares y políticos, que tienen el poder de decisión, decidieron respaldar a Ahmadineyad.

Entre las preguntas en el aire está la de si se asustaron ante la pasión por el cambio que demostró Musavi en las semanas previas a los comicios presidenciales o si éste fue demasiado lejos en su defensa de los derechos de las mujeres y las libertades civiles.

"En las calles las especulaciones se concentraban más en cómo se manipularon las elecciones, algo que, según muchos votantes, tuvo que producirse para que Ahmadineyad pudiera lograr semejante margen de victoria", explica el director del Times.

Un empleado del Ministerio del Interior, que participó en el recuento de votos, dijo a Keller bajo condición de anonimato que el Gobierno había estado preparando el fraude durante semanas.

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