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Veinte años del "Que Dios nos ayude" en Perú

El buen momento económico del Perú tiene un pasado que se remonta a hace 20 años. El 8 de agosto de 1990, el ministro de Economía de Alberto Fujimori anunció severas medidas con fuertes aumentos de precios con una petición especial: "Que Dios nos ayude". Es lo que se conoció como el "Fujishock".

La campaña electoral peruana para los comicios de 1990 tuvo una característica especial: un detallado y claro plan de gobierno de Mario Vargas Llosa y otro casi inexistente del outsider del momento, Alberto Fujimori. De hecho, su discurso se basó casi de manera total en el rechazo de las medidas económicas propuestas por el escritor. Ese shock, según él, llevaría al desastre al país.

 

Con la victoria en el bolsillo, Fujimori se vio literalmente atrapado al verse incapaz de presentar al país un plan claro para combatir los dos problemas principales del Perú: la economía y el terrorismo. Sin embargo, 20 años después, sus seguidores creen fueron justamente la solución de esos dos puntos los que dieron el éxito de sus gobiernos (1990-2001).

 

Alan García había dejado después de su primer gobierno (1985-1990) un país en la quiebra total. Como ejemplo, hay que recordar que la hiperinflación alcanzó cifras nunca antes vistas. Entre julio de 1985 y julio de 1990, la inflación acumulada fue de 2.178.481%, lo que en términos reales significa que en esos cinco años los precios aumentaron en promedio casi 22 mil veces. Además, el índice de pobreza ascendió a 43% sólo en Lima y las reservas internacionales netas del BCRP (Banco Central de Reserva del Perú) cayeron de 894 millones de dólares a 105 millones de dólares al final de su periodo como presidente. Estas son sólo alguna cifras que demuestran el paupérrimo país que dejó García en 1990.

 

No hay duda de que el Perú necesitaba un giro radical y éste comenzó a plasmarse el 8 de agosto de 1990 cuando Juan Carlos Hurtado Miller (apodado como "Hurtado Thriller", por lo que anunció esa noche) informó de las decisiones que había tomado el nuevo Ejecutivo. El alza de precios fue brutal: el pan pasó de costar 9.000 intis a 25.000 intis de un día para otro; una lata de leche de 120.000 intis a 330.000 intis; un kilo de papa de 65.000 intis a 250.000 intis y la gasolina de 21.000 intis el galón (3,78 litros) a 675.000 intis. Muchos otros alimentos y productos también experimentaron alzas similares. Para la población más pobre representaba un auténtico desastre. Lima amaneció al día siguiente con muchos de los comercios cerrados al verse incapaces de saber qué precios cobrar al público.

 

La razón principal es que el gobierno de Alan García, en otra de sus enloquecidas decisiones, lo subvencionó todo y a su entrada al poder, Fujimori decidió retirar estas ayudas de cerca de 1.300 millones de dólares. Así lo recordó este domingo en el diario El Comercio el economista Pablo Secada, del Instituto Peruano de Economía (IPE): "Todo estaba subsidiado, la autonomía del Banco Central de Reserva no existía y a cualquier llamada de Palacio de Gobierno o del Ministerio de Economía este procedía a realizar emisiones inorgánicas de moneda que se trasladaban a los precios prácticamente de inmediato. Los subsidios y el déficit fiscal fueron financiados con este mecanismo y gastando las reservas internacionales, había un desbarajuste brutal en las políticas fiscal y monetaria". Es decir, un desastre total.

 

Ahora las cosa han cambiado de manera radical. El Perú es uno de los países más sólidos de la región con un crecimiento constante en los últimos 6-7 años. El índice de pobreza, aunque aún considerable, ha logrado reducirse, la inflación está muy controlada, la inversiones son numerosas, las reservas internacionales están mejor que nunca (superan los 35,000 millones de dólares) y en el país se vive un ambiente de optimismo nunca antes visto. Este momento se debe sin duda a las nuevas políticas económicas llevadas a cabo desde 1990 por Alberto Fujimori, claramente reforzadas por Alejandro Toledo (2001-2006) y su ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, y mantenidas por Alan García en su segundo gobierno al frente del país.

 

El discurso de Hurtado Miller el 8 de agosto de 1990 llegó como una bomba a toda la población. Al día siguiente, hubo algunos disturbios sobre todo por el intento de saqueos, lo que dejó cuatro muertos en diferentes zonas. Sin embargo, muchos coinciden en que el plan presentado por Fujimori era lo que necesitaba el Perú. De hecho, era un plan muy parecido (para algunos idéntico) al de Vargas Llosa y que había atacado con tanta furia durante su campaña: era el nacimiento del Fujishock. Pero eso sí, lo que más recuerdan los peruanos de esa noche, aparte del incremento de los precios, es la manera en que el ministro acabó su discurso: "Que Dios nos ayude".

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