Julio Antonio Alfonso Fonseca, el funcionario castrista que se encargó durante más de 15 años de los etarras asentados en la isla, desvela los secretos de la dictadura y los terroristas. Ha huido de Cuba, y ya en Madrid, ha sido entrevistado por El País, donde destapa las muchas mentiras oficiales del tirano y la vida de la que disfrutan los asesinos en la isla.
En primer lugar, Fonseca explica que existen muchos más etarras en territorio cubano de los que Fidel Castro le confesó a Oliver Stone en su documental-hagiografía: "De los 22 acogidos, quedarán unos 15. En total, si incluimos a los correos de ETA y demás habrán pasado por la isla una treintena". El dictador ha mantenido siempre que sólo había 6 etarras, que procedían de Panamá y que acogieron a petición del Gobierno de Felipe González.
Otra de sus mentiras tiene que ver con el etarra Miguel Ángel Apalategi, alias Apala, que sí se encuentra en Cuba, a pesar de que Castro lo ha negado constantemente. La realidad es bien distinta a la versión oficial: "De Panamá llegaron siete, no seis. Después, vinieron los ocho de Nicaragua comandados por Apala y los cuatro de Cabo Verde, además de Luciano Eizaguirre (recientemente fallecido) que estaba en Togo en una situación delicada. ETA, a través de Batasuna, nos pidió que lo admitiéramos por razones humanitarias. Se encontraba alcoholizado, con serios trastornos psicológicos y su comportamiento les resultaba problemático. Lo de Fidel a Oliver Stone en 2002 fue una mentira y además, un craso error porque los servicios de información españoles ya sabían entonces, por la confidencia de un alto militar sandinista, que Apala había salido de Nicaragua en dirección a Cuba", asegura.
Los etarras y los Castro
El exdiplomático cubano mantiene que los etarras que actualmente viven en Cuba están preocupados por el ascenso de Raúl Castro ante la mala salud de su hermano. Sus condiciones comienzan a cambiar sensiblemente: "Aunque Fidel sigue mandando, la llegada de Raúl al poder ha ido consolidando, sobre todo en el Ejército, una visión menos favorable a ETA, hasta el punto de que después de Luciano Eizaguirre no se les ha dado ya más refugio y solo se permite salir a los que obtienen documentos oficiales de identidad españoles".
Y es que, Fidel Castro quiso erigirse en su día como mediador entre ETA y España, seducido como estaba por lo que consideró un movimiento de "liberación". Explica que "en su momento, Fidel vio en ETA a un grupo de gente que luchaba por la autonomía vasca y llevado de su egolatría y lo retorcido de su pensamiento les dio tratamiento de movimiento de liberación nacional apostándose como negociador preponderante en un hipotético arreglo entre ETA y España. Creo que los socialistas alimentaron involuntariamente esa idea al proponerle que acogiera a los expulsados de Panamá, pero el primer militante etarra que llegó a la isla lo hizo gracias a las gestiones de Eva Forest y Alfonso Sastre".
Además, confirma que la idea de enviar a los etarras a la isla partió del Ejecutivo socialista: "Al Gobierno de Felipe González se le ocurrió esta vía para tenerles neutralizados mientras se buscaba una solución. De hecho, un representante del Gobierno de La Habana negoció con Julio Feo, entonces jefe de la Secretaría Técnica de la Presidencia española, mientras Francia preparaba un avión militar para trasladar a Cuba a 122 refugiados vascos que se suponía iban a ser detenidos. La operación fracasó estrepitosamente porque se comprobó que la policía francesa no controlaba en absoluto a la gente de ETA", indica Fonseca.
Aunque asegura que Castro ha dispensado un trato más que favorable a los etarras, niega que les conozca personalmente: "Ibarguren y Sagarzazu fueron autorizados a salir con documentación falsa española y no voy a negar la influencia que en la decisión pudo tener la política de Aznar contra Fidel Castro y sus vínculos con la gente de Miami. Pero lo que Fidel no ha hecho nunca es recibir personalmente a etarras o darles entrenamiento militar", asegura Fonseca.
Por otro lado, el exdiplomático dice que "en Cuba, molestó mucho que mataran al concejal Miguel Ángel Blanco en 1997. Se convocó a los portavoces José Ángel Urtiaga y a Txutxo Abrisketa para que transmitieran a la dirección de ETA el mensaje de que el Gobierno cubano pensaba que ningún revolucionario puede justificar su lucha partiendo de ese tipo de acciones. Ellos se defendieron diciendo que había que entenderles, que estaban en lucha, pero algunos cambiaron a partir de aquello".
Otro de los puntos interesantes es la vinculación de los etarras con las guerrillas de Nicaragua, El Salvador y Colombia, tutelados por la inteligencia cubana. El País asegura que estos vículos llevaron en su día "al Gobierno de José María Aznar a denunciar que el régimen castrista utilizaba su política de asilo como palanca de presión contra España". El rotativo le da indirectamente la razón al expresidente y señala que "casos como los de Carlos Ibarguren, Nervios, y Ramón Sagarzazu, Txempe, elementos clave del aparato financiero de ETA que huyeron a Cuba y posteriormente fueron detenidos en Francia, —se supone que tras recuperar dinero oculto cuyo paradero solo ellos conocían—, evidencian que, como señala en términos tan precavidos el exdiplomático cubano, La Habana "sobrepasó el marco de los acuerdos".
La vida de los etarras en Cuba
El que fue responsable de los etarras durante quince años también desvela que los terroristas actualmente atraviesan un momento "complicado", por las razones menos esperadas: "Un par de ellos han intentado abandonar la isla como fuera y otros se oponen a esas salidas porque no quieren poner en más aprietos al Gobierno que les ha acogido. Ha habido líos, problemas de conducta individuales como consecuencia de amoríos y de las rupturas de pareja. Elena Bárcena se separó de su marido Iñaki Rodríguez y formó pareja con Javier Pérez Lekue. Salieron de la isla pero, por lo visto, La Habana avisó a Madrid y les detuvieron en Venezuela", señala.
La mayoría ha optado por montar negocios en la isla. "Excepto uno, los demás no son gente de estudiar. Varios han formado allí familia y se han asentado, aunque siempre suspiran por su querido País Vasco. Algunos trabajan en empresas mixtas, otros viven de las remesas familiares. Resultan un arco iris ideológico extraño. Encuentras a liberales, socialdemócratas, conservadores... y raros comunistas".
Los beneficios de los que han disfrutado, con respecto al resto de cubanos asfixiados por la tiranía y la pobreza: "Además de la vivienda, el Instituto Cubano de la Amistad con los Pueblos les dio entre 300 y 400 pesos cubanos para vivir y la autorización de que podían comprar en las tiendas para los técnicos de los países del Este. Cuando llegó el Período Especial, (la crisis económica en Cuba desencadenada por el colapso de la Unión Soviética), dijeron que con ese dinero no podían vivir decentemente, que es lo que les ocurría a la inmensa mayoría de los cubanos, y el Gobierno les autorizó a hacer algún negocio para su autosustento. Cuba no les podía dar divisas".